Ricardo Elias / La riqueza del bienestar

AutorRicardo Elias

Mucho se habla de la línea de pobreza en México. Pero, ¿cómo se define quién es pobre y quién no? ¿En qué consiste o en dónde está esa línea que pone a una persona en la categoría de pobre, o de pobreza extrema?

Según el Consejo Nacional de Evaluación, la condición de pobreza se da cuando alguien tiene ingresos menores a la línea de bienestar, calculada en 1,125 pesos mensuales -suficientes para comprar la canasta básica- y además tiene alguna carencia como acceso a los servicios de salud, educación, vivienda, servicios básicos o alimentación.

Los ingresos de una persona no son el único, ni el más importante indicador, porque en la medición de pobreza lo que más cuenta y lacera son las carencias, mientras que en la medición de riqueza lo que cuenta son las tenencias.

En México, un 60 por ciento de la población tiene ingresos inferiores a la línea de bienestar, y la principal carencia es la de seguridad social, que afecta al 71.8 por ciento de la población y es la que más aumentado respecto a las otras.

Aunque el nivel de ingresos sea muy importante, no todo se resuelve con dinero. La calidad de vida de los ciudadanos depende más del bienestar social, es decir el conjunto de factores que una persona necesita para gozar de una existencia tranquila y en un estado de satisfacción.

Suecia, por ejemplo, con sistema económico definido como un sistema intermedio entre la economía capitalista y la economía socialista, ha encontrado una manera de lograr uno de los más altos niveles mundiales de bienestar social y sin coartar el espíritu innovador y las iniciativas empresariales.

No se trata de un modelo de Estado protector que da todo a sus ciudadanos, de hecho el modelo sueco original se ha ido modernizando, de manera que el sistema de bienestar se basa ahora en colaboraciones público-privadas con una amplia libertad de elección ciudadana, logrando notables éxitos económicos sin haber perdido la base de equidad e igualdad que caracteriza su sistema social.

El sistema sueco ha logrado establecer un piso de bienestar alto para todos, gracias a impuestos elevados y honestamente administrados (el ISR en Suecia llega hasta 57 por ciento).

En una sociedad en la que las necesidades básicas están resueltas y con calidad, los incentivos para delinquir desaparecen, y ser o querer ser rico adquiere otro tipo de connotaciones, posibilidades y objetivos, los cuales tienen que ver más con el desarrollo personal, el talento y la creatividad...

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