Ricardo Elias / 'Lady Profeco'

AutorRicardo Elias

Las conductas de los padres afectan a los hijos, y viceversa.

El escándalo que causó una joven caprichuda y prepotente vale la pena ser analizado.

Estos son lo hechos:

La hija de Humberto Benítez, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), ordenó clausurar un restaurante en la Colonia Roma del DF porque no le otorgaron la mesa que quería, ganándose ahora el mote de "Lady Profeco".

La "junior" acudió al restaurante acompañada de una amiga, pero el lugar se encontraba lleno. Cuando una mesa de afuera se desocupó, le fue asignada a otros clientes que la habían solicitado antes, situación que molestó a la hija del funcionario. Le ofrecieron una mesa adentro, que no fue de su agrado, retirándose del lugar y amenazando con mandar clausurar el restaurante ya que su padre era el Procurador.

Dos horas después acudieron al lugar tres inspectores de la Profeco y colocaron sellos de clausura por supuestas anomalías en el sistema de reservaciones y el mezcal que se vende en el restaurante. Cuando los comensales comenzaron a videograbar el abuso de los inspectores, éstos se retiraron, para luego regresar acompañados de abogados.

Esto sucedió porque dos partes actuaron mal: una joven enojada, dando instrucciones al interior de una dependencia oficial, y unos funcionarios que la obedecieron. Si cualquiera de las dos partes hubiese reaccionado bien, este incidente no habría ocurrido.

Que la hija de una persona poderosa actúe así habla de mala educación o mal ejemplo, y que los funcionarios la obedezcan habla de que las clausuras son utilizadas como amenaza, medio de presión o extorsión.

Toca al padre educar, sancionar y dar ejemplo a su hija, y toca al Gobierno de Enrique Peña Nieto poner ejemplo de orden y apego a las leyes y procedimientos, sancionando a los funcionarios que siguieron las instrucciones de una persona ajena a la institución, y al Procurador mismo, si es que éste da lugar a prácticas semejantes.

El tema aquí es el tipo de personas que está al mando de las dependencias públicas, y sus patrones de conducta.

Un jefe prepotente o corrupto se rodeará siempre de subordinados "leales". Pero ser leal no significa ser cómplice o ciego. La lealtad, al final, no es a los principios más que a las personas.

La lealtad a una persona o institución se da sólo en la medida en que ésta actúa siempre apegada a valores éticos y morales con los cuales uno...

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