Ricardo Elias / El error de Zaratustra

AutorRicardo Elias

Cuando hay que decidir rápido, no tenemos tiempo de buscar datos, analizarlos y actuar en consecuencia, por lo que nuestra decisión en lugar de salir de la cabeza, sale de la intuición, de lo que dicta "el cuore", "el estómago", "las entrañas", aumentando así el riesgo del error.

Algo así me ocurrió el sábado pasado, cuando asistí con mi esposa a una boda en Acapulco, destino que ha sido recientemente centro de noticias violentas. Al salir del evento en la madrugada tuve que tomar en cuestión de segundos la decisión de confiar o desconfiar en la gente.

Eran aproximadamente las dos de la mañana cuando decidimos retirarnos del evento. Los anfitriones habían amablemente dispuesto unas camionetas para transportar a los invitados de regreso al hotel. Al abordar la que nos indicaron, el chofer nos dijo que habría que esperar media hora para salir, ya que tenían instrucciones de salir cada 30 minutos. En ese momento se acercó una persona quien se presentó como el dueño de la empresa contratada para el transporte de los invitados y nos ofreció amablemente llevarnos en ese momento en otra camioneta.

No le hicimos caso al "cuore" y cometimos el error de aceptar el ofrecimiento. Al momento que encendió el motor y oímos que traía el escape abierto, la desconfianza aumentó, y se acrecentó cuando al arrancar se subió al lado del chofer el empresario transportista.

En unos cuantos segundos nuestro escenario era el siguiente: mi esposa y yo, ataviados para una boda, montados a las dos de la mañana en una camioneta con el escape abierto y acompañados de dos desconocidos que supuestamente nos llevarían al hotel en la carretera de Acapulco, donde en los últimos días las noticias habían sido de balaceras y decapitados.

Mi esposa y yo nos volteamos a ver, sin embargo la decisión implicaba hacer en segundos, cualquiera de las siguientes cosas: Abrir repentinamente la puerta y bajarnos el del vehículo inventando alguna excusa creíble; decirle a los dos desconocidos en su cara que dudábamos de su honorabilidad y pedirles algún tipo de identificación que dicho sea de paso, de nada nos serviría, o bien, confiar.

Erróneamente hicimos lo último. Cometimos el error de confiar en la gente, el error de elegir el camino que escribiera Nietzsche en su libro "Así habló Zaratustra": "...es mejor ser...

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