Ricardo Elias / ¿Buen Fin?

AutorRicardo Elias

Es probable que buena parte de los lectores de esta sección hayan salido de la ciudad el fin de semana pasado, y en lugar de aprovechar el "buen fin" aprovecharon el "buen puente".

Yo fui de los que me quedé, y el sábado por la tarde sin nada mejor que hacer, decidí ir al cine y de pasada comprar algunas cosas que necesitaba, pensando además en los descuentos que supuestamente habría y que tanto anunciaron. Así, tarjeta en mano, me lancé de compras, esperando encontrar descuentos similares a los que en Estados Unidos hacen en el famoso Black Friday.

Entré a una tienda especializada en ropa de hombre que mostraba en su aparador un letrero del Buen Fin. En el interior no vi por ningún lado señales de descuentos: ni en los anaqueles, ni en las etiquetas de las prendas. Mientras veía algunas cosas, pregunté a una empleada si estaban ofreciendo algún tipo de rebaja. Inmediatamente me respondió que todo lo que había en la tienda tenía el 30% (de descuento) lo cual me pareció bien y suficiente.

A la hora de pagar, noté que el total que cargarían a mi tarjeta no tenía aplicado el descuento ofrecido. Me dijeron que el monto equivalente lo recibiría por separado en un monedero electrónico. Bonita cosa, dije yo. Para mí un descuento del 30% significa que si la cuenta a precios normales es de 6 mil pesos, al final solamente pago 4,200. Eso es un descuento, lo demás son trucos y mañas comerciales.

Cuando la empleada entendió que lo que yo quería era pagar menos y no obligarme a comprar más, se puso creativa y me propuso una complicada mecánica con la que finalmente pude pagar menos. Esta mecánica -que solo era posible porque había comprado cuatro prendas de más o menos el mismo valor cada una- consistía en lo siguiente: cancelar la compra total inicial, para hacerla en dos partes: en una primera compra pagaría sólo tres prendas, aplicándome el 30% del valor de esta compra a un monedero electrónico. Luego me daría el monedero, para lo cual tuve que llenar una forma con ciertos datos personales, y así recibir la tarjeta de la tienda que no me interesaba tener. Luego haría la segunda compra, a la cual le aplicarían los puntos que la primer compra acumuló en el monedero. Brillante y mañosa resultó la empleada.

Accedí al complejo procedimiento porque era la única manera de...

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