Ricardo Elias / Apologías del bien

AutorRicardo Elias

Ríos de tinta han corrido desde la captura de "El Chapo" narrando los detalles de su reaprehensión y de todo lo que alrededor de la vida de este capo se ha podido saber, desde que posee una flota de submarinos, barcos y aviones, hasta la marca de la camisa que utilizó en la entrevista que le concedió a Kate del Castillo y Sean Penn, y que se dio debido a su interés en hacer una película sobre su vida.

Supongo que el filme justificaría de alguna manera sus acciones, como lo dejó ver en el video publicado de la entrevista que le hicieran, cuando dijo que en el pueblo de Badiraguato, donde se crió, no había fuentes de trabajo y la única manera de sobrevivir era entrando al negocio de las drogas. La película no sería otra cosa que una apología de sí mismo.

Al respecto, lo único sensato y constructivo que he oído lo dijo el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, quien afirmó que "de ninguna manera se puede enaltecer la imagen de 'El Chapo' Guzmán, ya que su vida no puede ser considerada una referencia de éxito (...) no se puede hacer una apología de quienes están violando la ley, de quienes han cometido graves ilícitos y de quienes dañan a nuestra sociedad".

Para adoptar una posición en este caso, y en todos aquellos en los que se pretende justificar la comisión de actos delictivos, corruptos o faltos de ética, hay que entender bien lo que es una apología, y en particular las apologías de delincuentes.

Una apología es un discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo. En el ámbito del derecho penal, una apología del crimen es un delito, el cual consiste en el elogio, solidaridad pública o glorificación de un hecho que ha sido declarado como criminal, o de su autor a causa de este hecho.

¿Por qué es un delito valorar o elogiar a criminales y delincuentes? Porque es una instigación indirecta al delito y al crimen.

Al reconocerle valor o mérito a un hecho, cualquiera que sea, lo que se provoca o induce es a hacerlo, a repetirlo o a emular a las personas que los llevan a cabo.

De esta manera, si en lugar de hacer apologías de criminales y delincuentes con narcocorridos, películas y series de televisión -en las que luego de cientos de capítulos por momentos llegamos a verle el lado bueno y humano a los asesinos y delincuentes, machos de la peor calaña-, mejor hacemos apologías del bien, valorando y defendiendo públicamente hechos y conductas sanas, nos iría mejor como sociedad.

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