Revolucionario Nancarrow

AutorErika P. Bucio

Para entender la música de Conlon Nancarrow, fallecido en México hace 25 años, ayuda mirar un cuadro de M. C. Escher.

Al reproducirse, una figura del artista se hace cada vez más pequeña siguiendo un cálculo matemático preciso, del mismo modo que en la creación de Nancarrow, que suena a jazz, se dan los cambios de velocidad, las aceleraciones y deceleraciones.

"La estructura de Escher está calculada matemáticamente; la de Nancarrow también. ¿Por qué usa el jazz? De la misma manera en que Escher usa los animales. En Nancarrow, el jazz es la piel", plantea en entrevista el compositor Julio Estrada, especialista en su obra.

El investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM corroboró dicha influencia sobre el músico estadounidense con su viuda, Yoko Sugiura, y también con su hijo Makoto, a quien el compositor le regaló un libro del artista neerlandés cuando tenía 10 años: "Te va a gustar toda la vida", le dijo su padre.

Durante casi una década, el compositor se dedicó a escribir para piano mecánico, "aunque en realidad no es escribir, sino perforar rollos", aclara Estrada, coordinador de la Cátedra de Creación Musical Conlon Nancarrow de la Facultad de Artes Musicales, creada en 1997 tras su fallecimiento.

Pero al cabo de 10 años, se dio cuenta de que no tenía una escritura de su música sino sólo esos rollos, e incluso para él le resultaba difícil de entender lo que ha estado haciendo.

Decidió entonces suspender por un tiempo la creación para dedicarse a convertir en partitura todo aquello.

Una revolución ocurrió entonces en Nancarrow: la simultaneidad de velocidades distintas en una misma pieza.

"Nancarrow es el gran precursor del continuo en el tiempo", advierte Estrada de manera enfática. "Crea un continuo que va del ritmo al sonido, lo cual en física es una novedad teórica".

Pero su obra no siempre fue comprendida.

Nancarrow, nacido en Texarkana, Arkansas, en 1912, había llegado a México en 1940. Aquí, el compositor Rodolfo Halffter le propuso un día presentar su música en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

"No había nadie (en el concierto de aquella ocasión)", rememora Estrada.

Aquella presentación desierta tuvo una consecuencia funesta: uno de sus dos pianos mecánicos quedó arruinado, lo que le provoca una fuerte depresión y lo empujó al encierro.

"Sigue produciendo su obra, sin estar en contacto con nadie", agrega Estrada.

Mientras tanto, muy cerca de su casa en Las Águilas, construida por su...

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