La revolución que viene

AutorMaría Luisa Medellín

Partimos un tomate, lo colocamos bajo el microscopio+ Ahí se observan las enzimas que le dan una vida comercial más larga, genes para resistir a condiciones ambientales agresivas como heladas, sequías o suelos salinos, a herbicidas, a plagas de insectos, a enfermedades.

Tiene más nutrientes y, si lo vemos por fuera, su color y tamaño son dos señales más de que ahora todo se puede fabricar.

Esta es la magia, esa que antes sólo le pertenecía a la tierra y que ahora se intensifica en el laboratorio a la hora de manipular las semillas.

Es la forma actual de cultivar y obtener alimentos, es el mundo abierto a las posibilidades de la ingeniería genética, donde ya se habla de carnes irradiadas, de vegetales que puedan contener ingredientes para atacar el cáncer, panes para reducir el colesterol o lácteos vacunos con proteínas de la leche humana que tengan efecto protector, como la lactoferrina.

Es una revolución que aún tiene mucho qué dar. Basta un ejemplo: para satisfacer la demanda de alimentos en el año 2025, el rendimiento promedio de todos los cereales deberá ser 80 por ciento mayor que el de 1990, ya que la población mundial superará los 8 mil millones de habitantes, 2 mil millones sobre el nivel actual.

Además, las tierras cultivables no crecerán al mismo ritmo e incluso en algunas partes del mundo se reducirán, reflexiona Guadalupe Alanís Guzmán, investigadora y coordinadora de la carrera en Ciencias de los Alimentos en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL.

"Si a eso se suma la necesidad de conservar recursos hidrográficos de por sí sobreexplotados y reducir el uso de compuestos contaminantes, el desafío alcanza proporciones gigantescas, por eso el aumento de la producción alimentaria tendrá que venir de un rendimiento biológico incrementado y no de la ampliación de las superficies cultivables o intensificación del riego, que son sistemas ya sobrecargados".

No es un mal chiste, pero le viene a la mente la catastrófica cinta "Cuando el Destino Nos Alcance", que trataba de un mundo sobrepoblado, donde los vivos recogían cadáveres para hacer tabletas verdes con las que alimentaban a los sobrevivientes.

La biotecnología es el presente en el futuro alimenticio. Si en las décadas de los 30 y 40 se pensaba que la solución estaba en aumentar la producción del campo, si la Revolución Verde de los 60 y 70 se enfocó a obtener variedades con alta productividad, la de hoy es mejorar la calidad nutritiva de los productos y alargar su vida, señala Alanís Guzmán.

Los científicos suizos, por ejemplo, han creado un arroz genéticamente modificado que tiene un nivel más alto de vitamina A y de hierro, lo que para unas 2 mil 400 millones de personas que lo sirven como alimento principal será una ventaja potencial para evitar la anemia y la ceguera.

La Organización Mundial de la Salud calcula que unos 70 alimentos transgénicos (modificados en sus genes) ya están disponibles en los supermercados, se anuncie o no su origen. La gran mayoría distribuidos en Australia, Canadá, Japón y Estados Unidos...

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