Revive la pasión

AutorRubén Romero

La trigésimo primera edición del Maratón de la Cuidad de México, que se celebró el 25 de agosto, puede ser el parteaguas en la historia de la organización de esta prueba, al menos por un sexenio, si se analiza desde la perspectiva del impacto que tuvo en la comunidad.

La promoción del evento enfrentó críticas y controversias, pero el balance final fue positivo para una organización que tuvo más aciertos que errores.

El lanzamiento tardío de su convocatoria y el improvisado cambio de trayecto del medio maratón generaron fuertes protestas de una parte de los corredores, pero haber elegido la ruta del maratón olímpico de México 68 con su meta enclavada en la pista del Estadio de Ciudad Universitaria prevaleció sobre las quejas, y los corredores disfrutaron de una fiesta de maratón como no se había vivido en el Distrito Federal.

El trayecto olímpico, que fue replicado en un 80 por ciento, vio modificado su arranque al tener que cambiar su salida, que estaba prevista frente a Catedral, debido a la ocupación del Zócalo por un plantón de los maestros.

La nueva línea de salida se fijó frente al Hemiciclo a Juárez, sobre la Avenida Juárez, y gracias a que el cambio fue medido por oficiales de la AIMS no perdió su carácter de clasificatorio para el Maratón de Boston.

Igual que en sexenios anteriores, los funcionarios de Gobierno del Distrito Federal lanzaron la promoción del maratón con anuncios triunfalistas, ofreciendo colocar al maratón capitalino en el "top ten" de los maratones del mundo al final de su administración, aunque sin precisar qué o quién define ese ranking.

Pero el hambre de maratón superó las declaraciones anticipadas de éxito al saturar los 20 mil lugares previstos para el evento un mes antes de su...

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