Revitaliza a Mexiac la obra muralística

AutorÓscar Cid de León

Cientos de grabados y pinturas de caballete dan una idea cuantitativa de la obra plástica de Adolfo Mexiac; pero es el muralismo, reconoce, la expresión que le hace sentir como un artista realizado.

No obstante, con 60 años de actividad creativa, apenas una docena de murales se enlistan en su producción.

"El mural es algo, para mí, muy revitalizante", explica. "El hecho de realizar uno, adquiere relevancia porque se trata de una obra pública, a diferencia de un grabado, que está destinado a los espacios reducidos y a convertirse en una obra íntima".

En cambio, el muralismo es para todos, y eso es de celebrarse, enfatiza quien ayer inauguró en la Casa Bicentenario de Juárez (Jardín Centenario 16, Coyoacán) La impronta de los años, retrospectiva que además celebra sus 80 años de vida.

Nacido el 7 de julio de 1927 en Cuto de la Esperanza, Michoacán, Mexiac reconoce a José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera como inevitables influencias y no como sombras en su trabajo muralístico.

"Nunca sentí que fueran un obstáculo para mi forma de expresión, porque, en primer lugar, nunca traté de imitarlos ni de competir con ellos; simplemente me dediqué a expresar lo que correspondía a mi tiempo.

"Además, siempre sentí que había una gran posibilidad de expresión en ese campo del arte, y es por eso que nunca me sentí apabullado (ante la obra de los tres grandes)", señala.

Pero él, incluso, enriqueció al muralismo con sus propios aportes.

Un ejemplo de ello, cuenta Mexiac, es el mural Las constituciones de México, realizado a principios de los años 80 para el Palacio Legislativo de San Lázaro.

En él, recuerda el pintor, eligió como "lienzo" una plancha de cedro rojo sobre la cual talló una especie de bajorrelieve, lo cual no era habitual en la muralística mexicana.

Aquella pieza de 350 metros cuadrados -cuyo boceto se expone en La impronta...- ya no existe, pues fue destruida en 1989 por un incendio; en su lugar fue colocada una segunda obra, también de su autoría.

Su producción mural, dice, se caracteriza por la diversidad técnica.

En La ayuda del hombre por el hombre, que plasmó en 1964 para el Instituto Nacional Indigenista (INI), usó pintura acrílica sobre una plataforma de polvo de mármol y cemento, mientras que en 1986 incursionó en el mosaico de piedra sobre muro.

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