El retorno de las diosas

AutorJosé Homero

Si bien la participación de la mujer ha transformado la esfera productiva desde hace décadas, es hasta años recientes que esta transformación ha revelado su rango de auténtica revolución metafísica al cambiar paulatina, pero definitivamente el conjunto de valores de la sociedad occidental.

Los medios afectan la percepción y codificación del mundo. Quien desee comprender las transformaciones operadas en el imaginario sólo necesita observar los productos mediáticos. Mientras los valores masculinos del cazador -violencia, negación de la compasión, objetividad, raciocinio entendido como capacidad analítica ajena a la sensibilidad; en una palabra: poder- experimentan un visible descrédito, los atributos femeninos: fertilidad, compasión, seducción, exaltación de la corporeidad, permean nuestra percepción del mundo. Bastaría revisar qué ocurre en nuestras relaciones, cómo se visten los adolescentes, cuáles son sus formas de relacionarse amistosamente, qué cantan Andrea Echeverry, Christina Aguilera o April Lavigne, para corroborar tales cambios. Los códigos y relatos de iniciación no son más masculinizantes, como lo eran aún en años recientes Cuenta conmigo, de Rob Reiner, o El árbol de los zuecos, sino que se han convertido en historias de iniciación feminizantes, como atestiguan desde diversas perspectivas Bending Like Beckham o Chicas pesadas, de Mark S. Waters.

La tradicional y milenaria axiología masculina de Occidente sufre hoy violentos embates cuyos ejemplos más visibles se atestiguan en el dominio de figuras femeninas, divas o neodiosas, en el pop, y en la creciente feminización de la masculinidad en el orbe cotidiano, como corroboran programas televisivos como Queer Eye for the Straight Guy y las nociones sociológicas de metrosexual y heterogay. Dichos casos no son aislados o anecdóticos, sino los fenómenos más importantes y distintivos en la conformación de nuestra sensibilidad; indicios y constatación de la subversión ocurrida, ya que ilustran el desplazamiento del patriarcado y sus valores.

La feminización de la vida cotidiana apenas guarda relación con el antiguo y jerárquico feminismo, expresión inversa de la visión represiva y antinómica del mundo. La feminización atraviesa no por la negación sino por la recuperación de los rasgos atribuidos a lo femenino; entre ellos la exaltación de la fertilidad y la sexualidad. Los dominios continúan siendo los órganos genitales y zonas erógenas, sólo se ha desplazado el calificativo: los que...

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