Su reto tras 25 años: apoyar aún más

El ver a los menores montar a caballo y avanzar en su desarrollo, reafirma el compromiso del Centro de Rehabilitación Hoga.

La asociación cumple 25 años de brindar un servicio de terapia integral a niñas, niños y jóvenes con discapacidades neuromotoras o síndrome del espectro autista.

Hoga tiene como misión para los próximos años convertir a más niñas y niños en pequeños jinetes, no sólo de caballos, también de sus vidas.

ES UN COMPROMISO

El sueño de brindar una rehabilitación integral a menores con discapacidad ya se consolidó. Ahora la misión es atender a un número mayor de pacientes, señala Marcela Ayala, fundadora de Hoga.

"Tengo una motivación muy grande de ver cómo los niños avanzan y la esperanza que tienen los papás en que sus hijos puedan hacer lo que ellos esperan", platica Ayala. "Es un camino que no puedes dejar".

Este sueño y compromiso fue inspirado por su hijo Horacio, quien nació con parálisis cerebral y ahora tiene 30 años. Él salió adelante con programas intensivos, platica su mamá, y fue cuando decidieron compartir la técnica con más padres de familia.

"Cuando estaba chiquito me decían que no iba a hacer nada, que sólo iba a estar acostado, que ya no hiciéramos nada con él", recuerda.

"Eso me dio el impulso para decir que no podía ser así, que tenía que buscar más lugares y poner toda mi energía y fuerzas para que Horacio se rehabilitara, y sí lo logró".

La orgullosa madre comenta que han agregado actividades y espacios a Hoga, uno de ellos son los talleres de habilidades para la vida práctica.

QUIERE SER TERAPEUTA

Cuando Rodrigo Cassanova Medrano nació no se movía, recuerda su mamá, María Medrano, vecina de la Colonia Arboledas de Linda Vista.

Él ingresó a Hoga a los 2 años de edad al padecer parálisis cerebral espástica. Ahora que es un joven de 19 años camina y dice que desea ser terapeuta físico.

"Lo que son las cosas, ya estoy aquí de terapista", dice Cassanova Medrano, quien estudia el quinto semestre en la Prepa Técnica Médica de la UANL.

"Me gusta el desarrollo que, conforme la terapia, tienen los niños, y ver la satisfacción de que ya hacen las cosas independientes, que no necesitan ayuda de sus papás, eso para mí es un trabajo bien hecho".

Su mamá considera que el avance de su hijo no sólo depende de la terapia, la cual ha seguido por casi 15 años, y sus instructores, también del trabajo paterno.

Ella aporta a la terapia de su hijo, no sólo con pagando o trasladándolo, sino fortaleciendo su carácter ante...

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