'Hay que respirar y borrar las lágrimas al final del día'

Julio Suárez

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 10 (EL UNIVERSAL).- Hace cinco meses María Teresa Martínez, quien es madre soltera de seis hijos y enfermera, decidió regresar del retiro en cuanto comprendió la gravedad que se vislumbraba con la llegada del coronavirus a nuestro país. No lo dudó y pidió integrarse como voluntaria para volver a dar sus servicios.

"Para mí, como madre, es frustrante no poder estar con mis hijos, pero es más importante, en estos momentos, poder estar con mis pacientes. Realizo todas las medidas. Tiene mucho que no los puedo abrazar, pero sí trato de convivir con ellos todos los días", comenta la capitana segunda del Ejército y enfermera en retiro.

Desde que fueron reconvertidos los dormitorios del 81 Batallón Militar de Infantería en un Hospital Covid, María junto con otros 179 profesionales de la salud, se encarga de atender a todo aquel paciente que llega con síntomas del virus que ha puesto en jaque al sistema de salud de varios países.

Durante su jornada no hay momento de tranquilidad: todo es un ir y venir constante. Las marcas que han dejado en su cara los googles y cubrebocas al término de su día dan fe de todo.

"El personal de salud ?mis compañeros? está cansado. Nos hemos agotado y es muy complicado estar ahí adentro [en el área de terapia intensiva].

"A veces es muy difícil ver a un paciente que llega apenas hablándonos, pidiéndonos auxilio. Es muy complicado verlo partir, porque pone toda la confianza en nosotros", platica María mientras retira de su cuerpo el arsenal que la protege de su lucha diaria.

Hoy se va tranquila, cuenta. Nadie murió durante su turno y ha comenzado a mostrar mejoría uno de los dos pacientes que se encuentran intubados.

"Nos frustra ver que de pronto se desestabiliza el paciente ante un virus que todavía no conocemos, pero al final del día hay que respirar y borrarse la lágrima. Aunque no lo crean, hacemos un enlace con el enfermo: somos su familia, su pensar, la transmisión y recepción de lo que vive.

"Son momentos muy difíciles... A veces nos preguntan: '¿Voy a despertar o no?', y en ocasiones sí llegamos a prometer: 'No te preocupes. Yo te espero cuando despiertes'. Es muy bonito cuando ellos regresan, pero es muy triste cuando no lo hacen", manifiesta María Teresa, quien por un momento parece perderse al recordar estos sucesos.

La cifra de enfermos que son intubados en el área de terapia intensiva de este hospital y logran recuperarse no es nada alentadora: el promedio es que sólo...

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