Respeto y amor

AutorEnrique Navarro

La edad de Fernando no alcanza para abarcar los años de trayectoria de su padre, Héctor Bonilla.

Pero la confianza y respeto que éste siente por su vástago permiten que el joven dirija con soltura al primer actor en la obra Almacenados.

Con los ojos cerrados y un beso en la mejilla, el histrión de 77 años se pone a disposición del menor de sus hijos y le refrenda su respeto y admiración.

Entre las butacas del Teatro Rafael Solana, Fernando supervisa un cambio de luces en el escenario. Su padre lo mira a lo lejos, orgullloso, y exclama: "¡Ésos son directores, chingao!"

Ambos retocan aspectos de la cuarta reposición del montaje, estrenado por primera vez en 2006, en el que Héctor actúa al lado de Sergio, su hijo mayor.

"Quiero hacer el trazo de la escalera con Sergio, porque me tengo que cambiar de ropa allá arriba (en escena)", expone Héctor a Fernando.

"El Chango", como llaman a Sergio, ensayaría junto a Héctor un último recorrido. Pero, tal como su padre había vaticinado horas antes, viene retrasado.

Es lunes de reestreno y el protagonista de Rojo Amanecer salió de su casa, al sur de la Ciudad, a las 18:35 horas. Tomó su asiento en la parte delantera del auto y le marcó a Sergio.

Le preguntó si cenarían tras la función, a quién llevaría y le soltó con tono suspicaz: "¿Por dónde vienes?". La respuesta no lo sorprendió, y colgó.

Al llegar al foro teatral, nada cambió para Héctor: se movió como por la sala de su casa.

Saludó y habló brevemente con el encargado de la dulcería, eligió el camino más rápido para llegar al entarimado y contempló la escenografía como si se tratara de un cuadro.

Luego, se...

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