Resortes del miedo y la fantasía

AutorRafael Aviña

En raras ocasiones el cine mexicano se ha aventurado por caminos tan poco ortodoxos como la inmersión de lo fantástico en la vida cotidiana. Lo sobrenatural como una respuesta a los temores de la vida diaria y a ese horror que transforma la rutina en pesadilla desde el punto de vista de la mirada infantil, tópicos que un cineasta tan poco apreciado como Carlos Enrique Taboada convirtió en instantáneos objetos de culto, como es el caso de Hasta el viento tiene miedo, El libro de piedra o Veneno para las hadas, cintas en las que el despertar del sexo, los misterios de la muerte y la soledad que chocan en la mente de una niña, o la rivalidad y la crueldad infantil, se trastocan en resortes del miedo y la fantasía.

Más que nada en el mundo (México, 2006), producida dentro del programa de óperas primas del Centro de Capacitación Cinematográfica y dirigida por los jóvenes realizadores Javier Solar y Andrés León Becker, es un intento por rescatar las atmósferas de Taboada en nuestros días, aunque termina cargando el peso de su relato hacia el drama emocional de sus protagonistas: una atractiva, sensual, confundida y deprimida madre soltera, Emilia (Elizabeth Cervantes estupenda), y su pequeña, callada y también confundida hija Alicia (Julia Urbini), cuando ambas deciden empezar otra vida al cambiarse a un nuevo departamento. Ahí, la niña no sólo escucha extraños lamentos y observa situaciones raras, sino que está convencida de que su vecino, un hombre avejentado, enfermo y reservado (Juan Carlos Colombo), es en realidad un vampiro que está consumiendo a su madre.

Desde sus primeros trabajos escolares -siempre en...

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