Resguardan secretos

AutorJorge Ricardo

En los libros usados Max Ramos, un librero de la Ciudad de México, ha encontrado cartas de Efraín Huerta, correcciones de José Emilio Pacheco, dedicatorias de Neruda, dinero, manchas de sangre, fotografías quemadas y una vez encontró un gato vivo en una caja de ejemplares que había comprado. Sin embargo, lo que más aprecia es su colección de cuatro cartas de suicidas.

"Los suicidas piensan que su familia va a buscar los motivos adentro de los libros que estaban leyendo en esos días, pero su familia está más ocupada en recoger el cuerpo", dice.

Ramos ha sido librero durante 13 años. En una de sus tiendas, El hallazgo, en la Condesa, tiene pegada en el techo una colección de cosas encontradas: un cheque de Hugo Hiriart, cientos de fotos, cartas de amor, hojas de mariguana, recetas médicas.

"Hay otra historia que se cuenta a la par de un libro y el libro funciona como mensajero", dice.

Otro librero encontró un dibujo de Picasso en un libro viejo. No quiere que se publique su nombre ni en cuánto lo vendió. "Me van a pedir que lo regrese". Dos testigos confirman su historia, pero el hallazgo se les hace poco.

Jorge Páez, de la Coalición de Libreros de Ocasión, descubrió dibujos de Tamayo, originales de Álvarez Bravo, todo el archivo de Nahui Olin (dedicatorias pidiendo ayuda para salir de la pobreza), dinero, etcétera.

Hace tiempo el director de la Coalición, César Sánchez, fue sin muchas ganas a negociar por una biblioteca: "En la feria...

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