Rescatan territorio de resistencia (I)

AutorCorina Preciado

Las Islas de Mezcala en el Lago de Chapala, son testigos de las tradiciones de los pueblos indígenas ribereños, que les han atribuido poderes mágicos a estas tierras.

En las 25 hectáreas de la isla principal dormitan las ruinas de un fuerte, donde un grupo de insurgentes se acuarteló de 1812 a 1816, y de un presidio, ocupado por los criminales más feroces de la segunda mitad del siglo 19.

Los tres niveles de Gobierno trabajan para crear una reserva natural y arqueológica, similar a la que se proyectó para los Guachimontones, en Teuchitlán.

Salvador de Alba, Director de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de Jalisco, dio a conocer que desde hace dos años comenzaron las pláticas para concretar este proyecto, que arrancó con levantamientos topográficos y de deterioro, registros fotográficos y una investigación histórica que permita arrojar un diagnóstico sobre la situación de las Islas de Mezcala.

"Lo que pretendemos en el resto de la Administración es que se pueda generar una conciencia de que existe este lugar, de que es muy importante darle la valoración correspondiente y generar las acciones necesarias para parar el deterioro, que no avance más, y que la gente empiece a valorizarlo, como sucedió con los Guachimontones, que ya para la comunidad en su conjunto se ubica como un centro arqueológico de primera línea en Jalisco", dijo De Alba.

Las islas, pertenecientes al Municipio de Poncitlán, se encuentran a 20 minutos en lancha desde el pueblo de Mezcala.

Exiciquio Santiago, cronista de Mezcala, rememora que los indígenas tomaron las islas como adoratorio, aunque la llegada de los españoles frenó esta costumbre.

Ya bajo la dominación española, según el cronista, se construyeron iglesias, capillas, almacenes de grano, de pólvora y dormitorios para los personajes de rango en la isla principal, mientras que la más pequeña se reservó para el pastizaje de ovejas.

Llegaron a vivir 4 mil personas, cuando sucedió uno los episodios más intensos de la Guerra de Independencia: los insurgentes Encarnación Rosas y José Santa Anna, resistieron el asedio de las tropas españolas, hasta que después de hambrunas y epidemias, llegaron a un acuerdo con sus agresores para que los dejaran libres y sin represalias.

Todavía es posible observar los vestigios de una de las iglesias y del fuerte, que conserva un foso a su alrededor, y se adivina la existencia de un puente levadizo.

También siguen de pie los restos de un presidio que funcionó de 1819 a 1855...

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