Resaltan su legado en zona de riesgo

AutorDaniel Santiago

Apenas el viernes pasado el jesuita Javier Campos Morales estuvo en Monterrey para celebrar sus 50 años de sacerdocio con una misa.

Los cumpliría el 8 de julio próximo, pero decidió adelantar el festejo y celebrarlo junto con sus "hermanas gemelas", como él llamaba a la agrupación Esposas Cristianas, fundada por su madre en 1943, justo el año del nacimiento del sacerdote.

El "Padre Gallo", como cariñosamente le llamaban en la Sierra Tarahumara donde fue misionero por casi medio siglo, concelebró aquella misa con el Padre Óscar Lomelín Blanco en la Parroquia de San Juan Bautista de La Salle.

Ayer, el Padre Lomelín Blanco recordó con dolor y alegría la coincidencia al oficiar la misa de exequias en memoria del Padre Campos Morales, quien el lunes fue asesinado en su iglesia de Cerocahui, en Chihuahua, junto con su compañero jesuita, el sacerdote Joaquín César Mora Salazar, también regiomontano.

Ambos trataban de auxiliar a una persona que era perseguida por un hombre armado, pero también fueron atacados y, sus cuerpos, desaparecidos.

La noticia consternó a la comunidad y a la Iglesia, especialmente a la jesuita, orden católica conocida ampliamente por su trabajo pastoral en la Tarahumara.

Campos Morales tenía 79 años y era regiomontano por adopción. Nació en la Ciudad de México en 1943, pero su niñez y adolescencia las vivió en Monterrey, donde fue scout. Ayer, a la misa oficiada en la Parroquia Reina de los Ángeles asistieron sus hermanos Guadalupe y Salvador, sus sobrinos y amigos.

"Pedimos por todos los que en lugares como la Sierra Tarahumara y otros, como en Michoacán, sacerdotes, religiosas, laicos, obispos, con valentía, con generosidad, con alegría, sin importar el costo, están al servicio de sus hermanos y están en peligro y están en riesgo", dijo el Padre Lomelín Blanco.

"Pedimos evidentemente que cese la violencia, la impunidad en nuestro País, la indiferencia de las autoridades, incluso, de la misma sociedad, de nosotros mismos".

El Padre Javier ingresó a la Compañía de Jesús a los 16 años y fue ordenado sacerdote el 8 de julio de 1972 en la Ciudad de México.

Un año después empezaría su misión como superior local, vicario pastoral y episcopal en la Sierra Tarahumara, en la comunidad de Norogachi. Fue párroco también en Guachochi, Chinatú y en Cerocahui.

"Era un tipo muy pastoral. Conocía la Tarahumara como su mano, la recorrió toda. Era muy cercano a la gente", comentó al diario El País el jesuita Javier Ávila, quien también...

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