¿Renacerá a la poesía?

AutorDaniel de la Fuente

"Ya no hay más que decir / el mundo ya no es digno de la Palabra / nos las ahogaron adentro / como te asfixiaron / como te desgarraron a ti los pulmones / y el dolor no se me aparta sólo pervive el mundo por un puñado de justos / por tu silencio y el mío / Juanelo".

Estas líneas las escribió Javier Sicilia el 29 de marzo del 2011 mientras esperaba que la Embajada de Estados Unidos en Filipinas les diera a él y a su esposa la visa humanitaria que requerían para volver lo antes posible a México. Horas antes habían recibido la noticia del hallazgo del cuerpo sin vida de su hijo Juan Francisco, de 24 años, junto a los de seis amigos.

Mientras aguardaba, Sicilia sacó una hoja y escribió el poema de un tirón. Ahí dejó, cuenta, la angustia sobre su intuición del mal que, antes del crimen de su hijo, únicamente pasaba por la literatura.

"Cuando matan a mi hijo, esa angustia se acabó: todo el horror se concretó ahí".

Sicilia solía ser un haz de nervios ante los viajes, cuenta. De nuevo lo fue al recibir la invitación de Tomás Calvillo, poeta y Embajador de México en Filipinas, para ir a este país. Por ello, le habló a su hijo, a quien llamaba "Juanelo", y le dejó en orden papeles, tarjetas, la novela El Fondo de la Noche, y el poemario que hoy lleva por nombre Vestigios, ambos en ERA.

"¿Por qué me estás diciendo todo esto?", le preguntó y el poeta le contestó que ya sabía cómo él se ponía ante los viajes.

El 28 de marzo del 2011, el joven fue asesinado. Al volver Sicilia y exclamar "Estamos hasta la madre", creció detrás de él un movimiento con el que peregrinó dos años escuchando historias de víctimas.

Sicilia incluyó su último poema en el libro que le dejó a Juan Francisco y en el que habla de la partida de Dios dejando al mundo a su suerte. "Te escondiste en la nada y nos susurras / como el pulso en el fondo de una arteria", afirma en un poema, una temática regular en el escritor, lo que se puede apreciar en Tríptico del Desierto, libro con el que ganó el Premio Aguascalientes.

Nacido en el DF en 1956, Javier aprendió poesía de su padre, un bohemio ya fallecido. Cuando entró a la prepa, conoció a Fabio Morábito y a Tomás Calvillo, y le impresionó conocer a chicos tan jóvenes escribiendo poemas.

"Pues yo también", dijo, pero su formación católica lo jaló hacia intentar ser sacerdote, en vano. En Letras Francesas, en la UNAM, Sicilia encontró su camino de poeta católico. Su primer libro de poesía fue Permanencia en los Puertos, de 1982, y su...

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