Renace el Paseo de la Reforma

AutorRaúl Ibáñez

Así como algunas mujeres hermosas, al sentir que han perdido su belleza con el paso de los años, se hacen cirugía plástica para recobrarla, el Paseo de la Reforma se está remozando para devolverle su esplendor de antaño.

Esta avenida ha sido el signo más evidente del devenir urbano y social de la nación mexicana casi desde que se constituyó como República. En los últimos dos años, el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Turismo, comandada por Julieta Campos, comenzó un plan maestro para su rescate integral, coordinado por la propia Secretaría y la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Los buenos tiempos

El arquitecto Ernesto Betancourt, asesor y coordinador de este proyecto, comenta que el trazo original del Paseo de la Reforma se le atribuye a Juan Agea. Su intención era unir la residencia imperial de Maximiliano de Habsburgo con el centro de la ciudad.

Más adelante, el gobierno de Lerdo de Tejada imprimió su sello característico al plantar grandes arboledas de fresnos, principalmente, a cada lado de la avenida. Incluyó espacios para colocar los monumentos de los próceres de la naciente República reformada, con la idea de que cada estado aportara uno.

Hacia fines del siglo 19, el Paseo de la Reforma se convirtió en signo claro de la modernización y prosperidad de la época porfiriana. Vivió uno de sus momentos más ilustres con el remozamiento de sus jardines, el surgimiento de casonas eclécticas a sus costados y la creación de los monumentos más entrañables de la memoria urbana.

Por estas fechas, Manuel Tolsá creó El Caballito, que estuvo primero en el Zócalo. Luego, al patio de la Universidad Nacional, cuando estaba todavía en el centro. Posteriormente, adornó el Paseo de la Reforma, en la esquina con Bucareli. Actualmente, está en la plazoleta que se encuentra frente al Munal, en la calle de Tacuba.

También surgió el monumento a Cuahutémoc, notable pieza de bronce del maestro Miguel Noreña. Por su parte, el arquitecto Antonio Rivas Mercado creó esa victoria alada que la imaginación mexicana de religiosidad barroca ha transfigurado en un ángel guardián de la independencia.

La Diana es un monumento del escultor Olaguíbel. En épocas de Avila Camacho, la "Liga de la Decencia" obligó a cubrirle la cadera desnuda hasta 1967. Después, se aceptó volverla a desnudar, pero este acto la dañó y fue necesario hacer una reposición. La original quedó en Ixmiquilpan, Hidalgo.

Con la creación de ejes viales en tiempos de Hank...

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