Relicario / El llamado de las urnas

AutorAlejandro Rosas

Si bien la Constitución de 1917 modificó el tipo de elección otorgando a los ciudadanos la posibilidad de elegir de manera directa al Presidente, diputados, senadores y demás cargos de representación, con la creación del partido oficial en 1929 la democracia desapareció en manos del autoritarismo presidencial y bajo la discrecionalidad de la ley. Como en tiempos de don Porfirio, gran parte de la sociedad decidió abdicar a sus derechos políticos a cambio de paz social, estabilidad política y un moderado crecimiento económico.

Con un Gobierno actuando como juez y parte en las elecciones durante la mayor parte del Siglo 20, los viejos métodos electorales porfirianos palidecieron junto a la sofisticación del fraude que llegó a instrumentar el partido oficial. Cada jornada electoral, el sistema estrenaba un nuevo método que garantizaba el triunfo en las urnas: del robo con ametralladoras Thompson se pasó a la urna embarazada -previamente llena. De la intromisión de la fuerza pública al carrusel o el ratón loco; del conteo doble a la ya célebre "caída del sistema".

En palabras de José Vasconcelos, la familia revolucionaria se convirtió en un "porfirismo colectivo" e institucional. El nuevo "Club de amigos del Presidente" ya no sólo estaba integrado por el Congreso, se había inscrito en él todo el aparato de Gobierno. En la ficción democrática del Siglo 20, los cargos de elección popular dependían de la voluntad presidencial, no del voto. Ante cada jornada electoral, el desánimo ciudadano por la vida pública se resumía en una frase: "¿para qué votamos?".

En México, el camino hacia la democracia ha sido dolorosamente lento, si se considera que en este siglo la primera oportunidad por establecer un régimen verdaderamente respetuoso de las libertades públicas y de la ley ocurrió en 1911 y duró tan sólo 15 meses. A partir de entonces, la democracia pareció no tener cabida en México, más que como letra muerta dentro la Constitución o como uno de los grandes mitos surgidos con la Revolución Mexicana. Sin embargo, desde 1997, la ciudadanía recuperó plenamente el valor del voto.

El poder público ha vuelto al sufragio, emana de él y de la voluntad libre y espontánea del ciudadano. En vísperas de elecciones, en un sano ejercicio de responsabilidad democrática, la sociedad debe cumplir con la nación y acudir a las urnas con la misma convicción que tenía Madero.

"Sabía que los mexicanos de ahora eran dignos descendientes de los mexicanos de 1810 y de 1857. Ya...

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