Relicario / Hace 100 años

AutorAlejandro Rosas

Ni la paz porfiriana, ni el orden en la República o el progreso -evidente en la mayor parte del paí-s-s- impidieron que 1904 comenzara trágicamente. El primer día del año, una terrible explosión de dinamita acabó con la vida de varias decenas de trabajadores de una mina en Yescas, Tepic. Sin embargo, a los ojos de la clase política ese tipo de accidentes era parte del costo que el país debía pagar si quería alcanzar el desarrollo de una potencia de primer orden.

A varios cientos de kilómetros, la situación era diferente. La Ciudad de México vivía apacible y apáticamente. La sociedad capitalina estaba más preocupada por lo que era el alcoholímetro de entonces: un nuevo reglamento para los expendios de bebidas embriagantes, que limitaba mucho su consumo. La nueva disposición no tenía que ver con los accidentes sino con el "afeamiento" que provocaban los borrachos, quienes tirados en el suelo tomaban las aceras como cama y el sol como cobija.

Aún no era el tiempo de los accidentes automovilísticos provocados por el exceso de alcohol; se debían a la falta de pericia en una ciudad cuyo número de vehículos automotores casi podía contarse con los dedos de las manos. De ahí que la gente se aterrorizara al recibir la noticia de que el inspector general de Policía murió el 31 de enero atropellado por un automovilista que perdió el control de su vehículo en la Calzada de la Piedad. Según los testigos, el conductor iba sobrio y totalmente solo, sin que otro medio de transporte pudiera distraerlo.

Durante 1904, la madre naturaleza arremetió contra los mexicanos en más de una ocasión. El 9 de abril se registró una granizada marca diablo que provocó un derrumbe en el Mercado Martínez de la Torre de la capital del país. Semanas más tarde, cuando el sol de mayo iluminaba la República, los nubarrones acabaron con el bello paisaje y las aguas cayeron como nunca antes. Varias poblaciones de Zacatecas y Tabasco quedaron totalmente inundadas.

Una tromba en la Ciudad de México llenó de agua la zona de La Piedad y ocasionó el desbordamiento del famoso río Consulado -que por entonces todavía no era una...

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