Releen misterios de Valle-Inclán

AutorSilvia Isabel Gámez

Ramón del Valle-Inclán no dejó memorias ni diarios. "Era un hombre muy chapado a la antigua, consideraba que su fuerza estaba en su misterio, afirma su biógrafo Manuel Alberca.

Al tiempo que ocultaba su intimidad, el escritor se dedicó a fabular su vida. Excesivo, contradictorio, era "un gran mentiroso, alguien que iba siempre por la libre, sostiene el investigador, Premio Comillas con La espada y la palabra. Vida de Valle-Inclán.

Militante del carlismo, la ultraderecha española, creía en la justicia social. "Eso lo llevó a posiciones aparentemente de izquierda, pero no lo eran, subraya otro de sus biógrafos, su nieto Joaquín del Valle-Inclán.

En su obra descubre un tema recurrente: las víctimas inocentes. Lo mismo en las novelas Tirano Banderas y la serie El ruedo ibérico, dice, que en la obra Luces de bohemia. "Es una metáfora para denunciar la injusticia, la desigualdad.

Para Joaquín, su abuelo era una persona reservada que creó una imagen ficticia de sí mismo. Aunque fue un padre cariñoso, en la familia no se solían contar anécdotas.

"Cuando muere en Santiago de Compostela, en enero de 1936 (por un cáncer de vejiga), los únicos que estaban en la habitación eran sus dos doctores y mi padre (su hijo mayor, Carlos), pero ninguno de los tres dijo jamás lo que pasó.

Su genialidad como escritor radica en la innovación permanente, sostiene su nieto. "Esa capacidad de independencia, de hacer la literatura en la que cree, me parece admirable.

Nacido en una familia burguesa hace 150 años, Valle-Inclán fue un mal estudiante que abandonó la carrera de Derecho. Desde su juventud, apunta Alberca, unía a una "lengua afilada un carácter pendenciero.

A México llegó en un primer viaje el 8 de abril de 1892 por un afán de aventura, según creen sus biógrafos, aunque la críptica explicación del escritor fue "porque tenía la intrigante y mística x.

Se hospedó en los hoteles el Bazar y Humboldt, en el Centro, y trabajó en los periódicos El correo español y La raza latina, dirigidos a la colonia española, y en El Universal. En noviembre viaja a Veracruz como redactor de La crónica mercantil.

En febrero de 1893, un juez lo condena a 15 días de prisión "por llevar y traer recados en un duelo de honor, que libra con una multa. Al mes siguiente toma el vapor...

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