Relato secreto

AutorGerardo de la Concha

"Cuando era adolescente me prometí ser fiel a la juventud. Un día intenté cumplir mi palabra", eso escribió Pierre Drieu la Rochelle al principio de Relato secreto, quizá su mejor libro, escrito antes de suicidarse al final de la Segunda Guerra Mundial. Drieu la Rochelle es posiblemente quien mejor encarna a ese sombrío romanticismo fascista que hoy más claramente comprendemos como una enfermedad del espíritu del siglo 20, del que venimos, lo queramos o no.

Tomo el libro porque me siento triste. Mi perra Pita se ha perdido absurdamente, recordándome que ninguna felicidad permanece. Leo esas páginas, escritas en una circunstancia terrible, como si el Apocalipsis se hubiera hecho presente. Y Drieu no quiere consolar, sino exponer metódicamente su desesperación.

Y de pronto me doy cuenta que yo tampoco cumplí mi palabra. Y que el intento y la promesa han quedado ya muy atrás y que algún día, si llego -es muy posible que así suceda para mi desgracia-, despertaré decrépito, viviendo mi decadencia como un castigo por no haber muerto heroicamente cuando, durante un instante, podía haber poseído la idea del paraíso y ser joven para siempre en el sueño eterno.

La fidelidad a la juventud es un asunto amoroso, una exaltación de la carne y el espíritu, una manera en que la pasión es vivida como una dulce locura y los ciegos ideales iluminan, oh, paradoja, la existencia.

Por supuesto, actualmente he buscado el paraíso en ella, la hermosa que no se quiere reconocer a sí misma con su danza en mi vida. Y lo atrapo un instante y lo pierdo...

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