Reinventan la tradición

AutorGabriel Orihuela

Luna Tika es un lugar extrañamente familiar.

Sus artesanías tienen materias primas tradicionales: vidrios y metales. Pero la forma que toman en la mente de Karla Aparicio y en las manos de Manuel de la Torre, propietarios de la empresa, son diferentes.

Los productos de esta pequeña empresa tienen una particularidad: además de ser ornamentales tienen una función. Así, estas artesanías lo mismo sirven de sostén a retratos y tarjetas de presentación, que dibujan figuras en la arena.

En la línea de Luna Tika una alcancía sirve para lograr sueños y el juego del gato adquiere otra dimensión.

La empresa nació en 1995. En plena crisis, Karla comenzó, casi sin querer, a vender las piezas que como hobby creaba para decorar su hogar.

"Haces tus decoraciones en tu casa, tus pinturas, tus cositas y llegaban amigos y vecinos y empezaban a comprar lo que eran nuestros adornos de la casa", recuerda Karla.

Un año después, la moda por la artesanía mexicana inundó los mercados y Luna Tika comenzó a tomar forma.

"Empezaron a llegar recomendados, de recomendados, de recomendados y la casa ya era como un tianguis", señala.

"Fue muy padre porque empezó sin nada, nunca le metimos dinero, sino que lo que iba entrando era lo que iba creciendo.

De 1996 a 1999, las cosas no pudieron pintar mejor. De hecho, Manuel tuvo que dejar su carpintería, para dedicarse de tiempo completo a la empresa.

Junto con la moda, la devaluación del peso fue un factor decisivo para el crecimiento de la empresa de este matrimonio.

"Vendíamos un granito en cada parte del mundo, porque tú no vendías, ellos venían y compraban. Te ponías los moños, pedías anticipos. Entramos en el momento preciso", comenta Karla.

"Ibamos a expos y nos compraban de Sudáfrica, China, Arabia Saudita; países que yo decía 'qué padre que nuestras piezas estén hasta allá'. En México era en donde menos vendíamos, no porque no quisiéramos, sino que estamos acostumbrados a ver tanta creatividad".

En ese entonces, señala Manuel, entre 35 ó 40 personas producían hasta 3 mil piezas por semana.

"La demanda era mucho más fuerte; es más, nuca llegamos a poder producir lo que podíamos haber vendido porque no estábamos preparados", dice.

De chinos y estadounidenses

Pero los tiempos buenos se alejaron.

En 2000, el fortalecimiento del peso alejó compradores. Muchos querían comprar barato y, para eso, están los chinos.

"Ves algo que se vende y ellos (los productores chinos) ya lo tienen a menor costo y a volúmenes impresionantes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR