Refugios que desatan pasión

AutorCecilia Núñez, Patricia Miranda, Carmen González e Ivett Rangel

¿A dónde escapar para celebrar este 14 de febrero?

Te presentamos algunos rincones del País que cuentan con un entorno privado y romántico. Ambientes sensuales e íntimos donde la diversión dependerá de tu creatividad.

Los Cabos: inspirador

Caminar en una playa solitaria alrededor del Arco, la formación rocosa más emblemática de Baja California Sur. Recorrer juntos el último pedazo de tierra al oeste del continente americano, al que también le llaman Finisterre. Todo esto lo ofrece Los Cabos.

Aquí, el mar de Cortés y el océano Pacífico se unen en un eterno idilio, y la panorámica que se obtiene es de 360 grados de azul profundo. A lo lejos, la presencia del desierto en tonos ocres.

Para llegar a la playa donde se encuentra el Arco, se debe tomar una embarcación desde la costa y decirle al lanchero que se quiere estar un par de horas en la playa, y que regrese. Hay que llevar algo de comer, y además, un par de copas para brindar mirando de cerca las rocas donde habita una colonia de focas, leones marinos y parvadas de pelícanos.

De vuelta a la civilización, los sitios más románticos de hospedaje son el Dreams Los Cabos o en Casa Dorada, frente al Arco. Por la noche, se puede dar un paseo por la marina y cenar en Lorenzillo´s una langosta.

Cecilia Núñez

Sayulita: corazones y tablas de surf

A 45 minutos de Nuevo Vallarta, en plena Riviera Nayarit, hay una población cuya playa, además de románticos amaneceres y atardeceres, ofrece olas perfectas a las parejas que gustan de practicar surf.

Ningún par de enamorados escapa a caminar de la mano por sus acogedoras calles, pero pocas son las que encuentran uno de los mejores secretos que guarda la calle Revolución, a tan sólo unas cuadras de la playa. Y es que en el número 55 está el Petit Hotel Hafa, un sensual rincón sacado de un sueño arabesco mexicano.

Su propietaria, Marina García, es una española que ha plasmado en pisos y paredes creativos diseños, muchos de ellos inspirados en su amiga Ágatha Ruiz de la Prada. Quizá, para llegar a una de las seis habitaciones, se tenga que caminar por un pasillo de madera pintado con intensos corazones rojos sobre un fondo azul.

Tras dormir en este encantador sitio conviene ir a la playa para practicar surf.

Luego, se puede reposar en una de las palapas y comer hasta la saciedad hundiendo los pies en la tibia arena.

Al atardecer, es recomendable dar una vuelta por el quiosco y platicar con los huicholes que venden sus creaciones elaboradas en chaquiras...

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