Un refugio para comunidad LGBTI en Tijuana

TIJUANA, BC., junio 30 (EL UNIVERSAL).- En Tijuana nació un santuario. Se trata de un refugio para la comunidad LGTBI que abrió sus puertas a casi un año de que vecinos intentara quemar el albergue Caritas -enclavado en un cañón al este de la ciudad- un espacio que albergaba a migrantes transgénero para expresar su rechazo hacia la diversidad.

Justo en el mes que la comunidad celebra Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, el Jardín de las Mariposas abrió las puertas de su segundo hogar. En el primero, iniciaron como un centro de rehabilitación que permitía el ingreso de homosexuales, lesbianas y transgénero, pero que poco a poco también empezó a solidarizarse con migrantes en tránsito.

Jaime, el coordinador y representante legal, recuerda que en el primer refugio el espacio era muy limitado, el área complicada y los servicios precarios. Pero en este nuevo inmueble, de tres pisos, no solo hay cuartos grandes en donde habrá litera, también hay un gran patio para actividades, pero lo más importante: es segura.

Para Priscila eso es invaluable, tener un lugar digno. Cuando llegó al refugio para migrantes FM4, en Guadalajara, se sintió confundida, antes de que pudiera decir cualquier cosa los encargados ya le habían lanzado un listado de todo lo prohibido para ella. Lo más importante: no podía dormir en el área para mujeres ni en la de hombres. Y así, después de escapar de una muerte segura en El Salvador, durante dos noches durmió en el patio del albergue ?en un tendido arrojado sobre concreto- a un lado de la pequeña casa de Capitán, un perro callejero con más privilegios que cualquier migrante trans, como ella.

"Como yo necesitaba ayuda tuve que agachar la cabeza y decir ok", dice desde el Jardín de Las Mariposas que en este momento alberga a 17 personas, "me pusieron a dormir con el bendito perro, a la intemperie y me dijeron ahí te vas a estar".

En marzo, Priscila escapó de la muerte. Vivía con su mamá, una sobrina, una hermana y un hermano convertido en pandillero de la "Mara Salvatrucha", que además de transformar su hogar en bodega de armas y droga, las obligaba a guardarlas y entregarlas. No solo las extorsionaba, también las forzó a cobrar el dinero de piso a los vecinos, y desde entonces nunca dejó de escuchar el eco de las amenazas. Eran una sentencia: ver, oír y callar, si de la vida quieres gozar, le repetía su hermano.

Si ser migrante ya es un riesgo, identificarse como trans las coloca en un grado mayor...

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