Que reforma y adiciona el artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a cargo de la diputada Silvia Lorena Villavicencio Ayala, del Grupo Parlamentario de Morena

Fecha de publicación18 Febrero 2020
Número de Gaceta XXIII - 5460
SecciónAnexos

Que reforma y adiciona el artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a cargo de la diputada Silvia Lorena Villavicencio Ayala, del Grupo Parlamentario de Morena

Quien suscribe, Silvia Lorena Villavicencio Ayala , diputada federal integrante del Grupo Parlamentario de Morena, con fundamento en lo dispuesto en los artículos 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la fracción I del número 1 del artículo 6 y los artículos 77 y 78, del Reglamento de la Cámara de Diputados, somete a la consideración de esta asamblea la presente iniciativa con proyecto de decreto por el que se adiciona el párrafo décimo cuarto al artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos por el que se eleva a rango constitucional el derecho de las niñas y las mujeres a una vida libre de violencia , de acuerdo con la siguiente:

Exposición de Motivos

El día 25 de cada mes, en México se realiza una campaña denominada “Día Naranja”, la cual tiene como objeto realizar una toma de conciencia entre la sociedad civil, las instituciones del Estado y cualquier otro integrante de la sociedad, para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas; continuamente se transmiten mensajes en medios electrónicos, redes sociales; se exhiben carteles y anuncios todos y cada uno de ellos, intentando hacer conciencia en la sociedad que continuamente, están violentando, agrediendo y matando niñas y mujeres.

Este no es un fenómeno aislado, en grupos sociales tales como la pertenencia étnica, la categoría de edad, la discapacidad, la región geográfica, el ingreso económico, la escolaridad o cualquier otra forma que pueda establecer categorías para clasificar a las niñas y mujeres. No se presenta en episodios temporales, ni tampoco tiene una curva de disminución y aumento relacionada con algún componente económico, político, cultural o social. La violencia contra las niñas y las mujeres es cotidiana, tan arraigada en la naturaleza de nuestra sociedad, que incluso forma parte de rituales y apropiaciones culturales, donde permanece invisible.

Se puede pensar que la violencia contra niñas y mujeres, solo tiene que ver con feminicidios, violaciones sexuales y acoso en los distintos espacios de carácter público o privado; sin embargo, este fenómeno subyace al interior de los hogares, la vía pública, los centros de trabajo y las escuelas, en cada una de las relaciones sociales, económicas, políticas y laborales que niñas y mujeres construyen día con día.

No existe un solo espacio que involucre una relación entre personas, donde no coexista un fenómeno de violencia contra mujeres y niñas, en otras palabras, niñas y mujeres debemos aprender a sobrevivir con violencia en cada día y etapa de su vida, no hay un lugar que pueda considerarse ajeno a la violencia por razones de género; sin duda existen millones de niñas y mujeres que viven episodios de violencia en el hogar, el trayecto en la calle o el transporte, en la escuela, el centro de trabajo, la institución pública, el hospital, la agencia del Ministerio Público, el centro cultural, etcétera. Esta violencia la ejerce lo mismo el padre, el hermano, el esposo, el novio, el ministro religioso, el profesor, el policía, el médico, el líder político, el patrón, el compañero de trabajo, el pasajero del autobús, el conductor del taxi e incluso el desconocido que en cualquier oportunidad agrede, intimida, acosa, viola y asesina niñas y mujeres, para todos ellos la impunidad se transforma en un manto que hace invisible la violencia.

Así, desde niña, para poder sobrevivir, una tiene que aprender a protegerse, a renunciar a la identidad propia para ser invisible, callada, sumisa, abnegada. Soportar vejaciones, humillaciones, agresiones e incluso golpes y lesiones, porque no existe nada, ni nadie que ofrezca un mínimo de empatía y protección. Miles de mujeres al año mueren al practicarse legrados y abortos clandestinos, porque la justicia las persigue, mientras que nadie habla de perseguir y enjuiciar a su violador, que muchas veces proviene de su entorno más cercano, como lo son padres, familiares varones, parejas sentimentales, ministros de culto religioso, patrones y compañeros de trabajo. Si para la sociedad está perfectamente bien que una mujer sea criminalizada por abortar y que su violador se escude en la falsa justicia.

Hay que señalarlo con puntualidad tanto hay violencia por razones de género, como hay impunidad por razones de género, es decir un hombre puede agredir a una mujer hasta su feminicidio y quedar impune ante la sociedad porque al final, ella fue quien se lo buscó. Las instituciones de justicia aún tienen eufemismos para dirigirse a la violencia contra las mujeres, basta ver como se siguen comunicando los feminicidios, con el término “crímenes pasionales”, ejemplos en los medios de comunicación “Fue violada, por provocar a su padrastro” , en vez de decir “El padrastro agredió sexualmente a su hija menor de edad” . Desde el lenguaje mismo la mujer es culpable de su propia pena, recordemos este mensaje transmitido en el “Día Naranja”, “Hay mexicanas y mexicanos que piensan que las mujeres son...

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