Reflexiones / Refutar a tiempo

AutorMauricio González

Si fuera necesario describir a Hugo Chávez en dos palabras, estridente y demagogo son las que primero me saltan a la mente. En días pasados el centro de atención ha sido el ya célebre "Por qué no te callas" del Rey Juan Carlos, provocado por la imprudencia de Chávez y el pasado fin de semana su advertencia a Estados Unidos que podría duplicarse el precio del petróleo en caso que los estadounidenses invadan Irán.

A los psicólogos les corresponde explicar esta personalidad excéntrica del presidente venezolano y a los diplomáticos, incluyendo los de nuestro País, solucionar los conflictos que provocan sus dichos y acciones. A la vez, los economistas no la tenemos tan difícil, ya que el futuro económico de Venezuela es bastante predecible y podría sintetizarse en una palabra: desastre.

Chávez ha preparado una serie de cambios a la Constitución de Venezuela -que seguramente serán aprobados por la vía de un referéndum el próximo 2 de diciembre- que agravarán la situación económica de su país.

En este proyecto de reforma se elimina la autonomía del banco central; se reduce la jornada laboral a seis horas diarias y se prohíbe la propiedad de amplias extensiones de tierra, entre otras medidas.

Estas modificaciones al sistema económico son críticas ya que atentan contra la estabilidad y el valor de la moneda al relajar el control de la inflación; elevan los costos de producir los bienes y servicios al disminuir por decreto la productividad laboral; y reducen la eficiencia agropecuaria, además de encarecer la producción correspondiente, al atentar sobre la propiedad de la tierra.

En los pasados quince trimestres la economía venezolana se ha incrementado a tasas de dos dígitos, superando a cualquier país latinoamericano en este periodo, lo que le ha arrimado una multitud de seguidores al presidente Chávez. Esta bonanza se ha sustentado en un precio creciente de petróleo y un conjunto de acciones gubernamentales que han generado un bienestar que se acerca rápidamente a un punto de inflexión.

Los cambios constitucionales antes mencionados son eslabones de una "economía socialista" que se ha construido poco a poco, basada en un crecimiento excesivo del gasto público; el despilfarro de subsidios sociales; una disminución de impuestos al consumo, en especial el IVA, para atenuar supuestamente una inflación creciente; un crecimiento significativo del endeudamiento público causado por todo lo anterior y un control de precios a diversas mercancías y servicios...

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