REFLEXIONES / Realidad y percepción

AutorMauricio González

Con la promulgación de la Reforma Energética el Gobierno del Presidente Peña Nieto cerrará con broche de oro una cadena de reformas que hasta hace pocos meses parecía inalcanzable. En el terreno económico están: la laboral, la de telecomunicaciones, la hacendaria y la financiera, además de la ya mencionada, y en el no económico se ubican: la educativa, la de transparencia y la política-electoral.

Varias de estas no son las reformas ideales ni tienen la profundidad necesaria para resolver la problemática económica del País. La productividad laboral no mejorará gran cosa con la reforma correspondiente y, por tanto, tampoco lo harán los salarios; asimismo, la calidad de la educación y, por ende, la formación de capital humano, no aumentarán significativamente.

No obstante, no recuerdo ningún año de inicio sexenal, ni siquiera el de Carlos Salinas, que se distinguió por realizar cambios de fondo en la estructura económica y política del País, que haya dotado al sistema de tantos instrumentos para avanzar simultáneamente en tantos frentes.

En el tema energético, para ilustrar una de las reformas de mayor alcance, se aprobaron aspectos cruciales: abrir toda la cadena petrolera a la inversión privada; Pemex se convertirá en "empresa productiva" para competir con la IP; se permiten múltiples contratos referentes al crudo: de servicios, de utilidad compartida, de producción compartida y licencias; en electricidad, el Gobierno se queda solamente con la transmisión y la IP podrá participar en la generación y comercialización del fluido eléctrico; se fortalecerá a los reguladores energéticos; se profesionalizará el Consejo de Administración de Pemex y el sindicato dejará 5 de los 11 asientos que tiene; se creará un Fondo Mexicano de Petróleo para administrar los ingresos de los contratos y será manejado por el Banco de México. Y todo esto es apenas una muestra de lo más significativo.

En opinión de los economistas gubernamentales, los cambios derivados de las reformas deberían impulsar un crecimiento del PIB superior a 5 por ciento anual a partir de 2017. Es una estimación optimista, aunque factible, siempre y cuando la legislación secundaria respete...

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