Reflexiones / Fuera máscaras

AutorMauricio González

La toma de posesión de AMLO fue una farsa, pero no por ello hay que ignorar sus mensajes. A pesar de que López Obrador cuenta con un apoyo popular cada vez menor, no ha perdido su tacto para tratar temas de interés para la población. Es el caso de una primera iniciativa de ley que ha puesto a consideración del Senado, que versa sobre los precios competitivos.

Una vez más sus propósitos son válidos: que los monopolios y oligopolios del cemento, la telefonía, internet, servicios bancarios y otros más, no abusen de sus usuarios cobrándoles de más. El engrudo se le hace bolas con la forma que plantea controlarlos.

Su comunicado de prensa 00001 -nótese que se dio espacio para emitir al menos 99,998 comunicados más- es muy claro en la conveniencia de combatir los precios excesivos.

A las familias de clase media les ofrece que esto repercutiría en un ahorro entre 4 por ciento y 6 por ciento de su gasto actual; a los jóvenes les promete abaratar el costo de dos de los satisfactores que más disfrutan: el teléfono e internet; a la industria pequeña y mediana le anticipa que esta ley reduciría el costo de insumos básicos como son la energía y el crédito y a las amas de casa, que aumentaría el poder de compra del ingreso familiar. Para todos hay algo bueno. ¿Cómo objetar una oferta así de atractiva?

Desafortunadamente el contenido de la iniciativa no conduce a los beneficios que ofrece. Una vez más la imagen es una y la sustancia otra, igual que en sus mejores momentos de campaña. En su iniciativa, AMLO señala que la actual Ley Federal de Competencia y su brazo ejecutor, la Comisión Federal de Competencia, han sido ineficaces para evitar los precios excesivos en ciertos sectores económicos. En esto posiblemente tiene razón, aunque falta documentar con precisión y dar a conocer públicamente la magnitud de los abusos y en donde ocurren. La sospecha de precios exagerados es válida, pero la evidencia no es contundente. Antes de proceder a una cacería de brujas habría que demostrar que estas existen y el tamaño que tienen. Aún sobrepasando este detalle, a AMLO le parece que en vez de perfeccionar las leyes y las instituciones existentes habría que producir otras nuevas, sin ninguna garantía que funcionarían mejor que las actuales.

El problema principal de la iniciativa de AMLO no es añadir a una burocracia ya de por sí obesa, más bien está en el conjunto de mecanismos disfuncionales con los que pretende lograr precios competitivos.

La esencia de su...

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