REFLEXIONES / Honestidad Valiente

AutorMauricio González

La inflación se salió de control en 2017. Terminó en 6.8 por ciento anual, la tasa más alta desde que inició el siglo.

Durante los cinco años anteriores (2012-2016), la inflación promedió 2.9 por ciento anual, menos de la mitad de la observada en 2017. Claramente el alza del nivel de precios necesita retomar su equilibrio.

Una inflación cercana a 7 por ciento no es grave en si misma, se observan tasas similares en varios países emergentes.

No obstante, que se haya elevado bruscamente en un plazo tan corto prende algunos focos de alerta.

La inflación es un impuesto oculto que comúnmente erosiona la economía familiar y el patrimonio de los ciudadanos, especialmente en sus tenencias de papel moneda, que claramente pierden valor frente a ella.

Asimismo, la inflación puede afectar significativamente a la población de menores recursos, al incrementar el costo de vida por encima de los ingresos correspondientes. Fue claramente el caso en 2017, ya que el costo de la canasta básica se elevó al doble del ritmo de aumento de los salarios.

El punto más delicado de la inflación de 2017 no es la tasa misma (a nadie asusta una inflación cercana a 7 por ciento), sino que amenaza con romper rudamente la armonía y el ritmo de incremento de precios que las personas y empresas consideramos "normal", entiéndase el promedio de 2.9 por ciento al que estamos acostumbrados desde hace varios años.

En la economía mexicana se registran diariamente miles de renegociaciones de contratos con sus precios respectivos: laborales, arrendamientos, adquisición de materias primas o de productos o servicios terminados.

Cuando la sociedad confía que la inflación del próximo año será parecida a la de años anteriores, el proceso de renegociación de precios en la economía ocurre ordenadamente. Si adicionalmente alguna figura respetable por su investidura y autoridad en la materia, como el Gobernador del Banco de México, apunta que la inflación futura se ubicará en un rango aceptable, los actores económicos se tranquilizan y confían en que el aumento de precios estará bajo control.

Esta confianza se pierde cuando la inflación observada se sitúa consistentemente por encima de la deseada o publicitada por las autoridades. Así ocurrió por ejemplo el...

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