Reflexiones y balones / Historias de la Final a bordo de un 'quasar'

AutorFélix Fernández Christlieb

La noche del 29 de mayo de 1993 aterrizamos en la Ciudad de México aproximadamente a las 23:00 horas, a bordo del mismo avión fletado que nos había transportado a León, una semana antes, y a Monterrey, el día anterior, para enfrentar la Semifinal y la Final, respectivamente.

Al costado de la nave se leía en color azul la palabra "Quasar".

Pero, ¿qué es un quasar?.

Los quasar son los objetos más lejanos que se hayan visto en el universo, y quizá de ahí la intención del entorno para que el Atlante llegara, de manera inesperada, hasta el punto más lejano dentro del competido y largo torneo mexicano de la Primera División.

Los quasar mantienen un estado de actividad particularmente intenso, tal como lo venía haciendo el Atlante en la exitosa Liguilla que había finalizado con el título.

Evidentemente la euforia dentro del avión era muy alta, luego de ganar 4-0 en el marcador global, y no había otra intención que festejar y compartir, porque cualquier conquista que se refrenda 46 años después lleva implícita una gran dificultad, repetidos fracasos, alentadoras expectativas, frustraciones, ilusiones, sacrificios y anhelos que en su mayoría fueron por fin concedidos luego de tanta espera.

Por eso aquella noche nos extrañó que al llegar al aeropuerto, el avión "Quasar" se dirigiera hacia los hangares y no hacia la terminal.

Después de varios minutos de incertidumbre, se decidió (sin preguntarnos a los jugadores) que seríamos desalojados clandestinamente en unas camionetas que nos transportarían al hotel Holiday Inn, donde habíamos vivido casi un mes y donde se nos ofrecería una fiesta.

El motivo del cambio era la gran cantidad de gente que se congregaba en la llegada nacional del aeropuerto para recibirnos. Gente que no había podido viajar a Monterrey, porque muy pocos lograron hacerlo; gente que con todo derecho se sentía parte del título, que sólo pretendía sumarse al festejo y que llevaba toda su vida, no esperando la llegada de un avión o de su equipo, sino esperando un título que esa generación por fin le proporcionaba... gente que, sin exagerar, mencionaba "que ya se podía morir"... gente que nunca nos pudo saludar, porque se decidió que de pronto "el equipo del pueblo" no se debía mezclar esa noche con el pueblo... gente que, en efecto, debido a su edad avanzada, ha ido muriendo tras el campeonato obtenido el 29 de mayo de 1993 y se ha instalado, quizá, en un quasar azulgrana para observar a las nuevas generaciones del Atlante que intentan...

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