Reflexiones y Balones / El silencio de Carmona y Galindo

AutorFélix Fernández Christlieb

Luego de varios años de hablar en exceso, a destiempo y en lugares erróneos, uno aprende a no dejar pasar las oportunidades para guardar silencio como medida prudente y por lo general atinada. Pero lo complejo es detectar esas situaciones en las que el silencio es la medida correcta, porque de lo contrario los resultados a menudo pueden ser contraproducentes.

La novela Carmona-Galindo ha tenido más capítulos de los necesarios y da la impresión que, lejos de aclararse, genera mayores dudas. No parece muy atinado a estas alturas analizar procedimientos y declaraciones de quienes estuvieron encargados de tomar las decisiones una vez surgido el problema, puesto que ya la opinión pública se encargó de juzgarles. En lugar de esto prefiero dirigir mi escrito hacia los protagonistas principales de esta historia, quienes, a diferencia del resto de los involucrados, han optado errónea, pero no inexplicablemente, por un silencio perjudicial para ellos hasta el momento que escribo estas líneas.

La idiosincrasia del mexicano en general opta por el silencio como medida para solucionar conflictos; evita enfrentarlos en complicidad con el tiempo, mismo que por lo general influye altamente en el olvido. El futbol no se encuentra exento de esta práctica y, por lo que se puede palpar, tanto Carmona como Galindo han hecho caso a quienes les recomendaron la cómoda medida de la desaparición y el silencio. Casi todos los que tenían que hablar ya hablaron: bien o mal, atinada o desatinadamente, convincente o ridículamente; pero han dado la cara como evidentemente lo tendrán que hacer ambos jugadores afectados.

Estos dos defensas han esperado a que, como suele suceder, les resuelvan todo; sin embargo, cada quien ha buscado justificar su papel y, al hacerlo, cada justificación solo se ha depositado en Carmona y Galindo, quienes ni siquiera se han dado la oportunidad de mencionar desatinos.

Definitivamente aquellos quienes les recomendaron desaparecer y guardar silencio (incluso aunque hayan sido sus propias conciencias), no sugirieron la mejor opción, ya que por ese camino únicamente han logrado sacudirse los rumores de conductas depravadas, pero en cambio han encontrado un año de suspensión para desempeñar la única actividad...

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