Reflexiona Jorge Volpi la violencia

AutorYanireth Israde

En Partes de guerra, su más reciente novela, el escritor mexicano Jorge Volpi indaga las distintas formas que puede adquirir la violencia, con personajes en apariencia distantes, pero emparentados por sus emociones.

Por un lado, unos adolescentes involucrados en el asesinato de una joven de 14 años en la Frontera Corozal, un pequeño poblado a orillas del Usumacinta, en Chiapas, y, por otro, un grupo de neurocientíficos universitarios interesados en examinar los cerebros de unos niños que de pronto se convierten en criminales.

Pero esta exploración revelará más de lo previsto acerca de sí mismos.

Publicada por Alfaguara, se trata de una novela sobre los orígenes de la violencia.

"Hay muchas guerras en este libro: son muchos tipos de violencia y, por eso, metafóricamente, muchas guerras distintas", dice en entrevista el también columnista de este diario.

"No sólo 'la guerra contra el narco', sino todas esas otras guerras escondidas: la de los migrantes, el crimen organizado, la violencia intrafamiliar, la violencia de género, la violencia emocional", detalla el escritor, premiado a lo largo de su trayectoria con galardonadores como el Biblioteca Breve, el Planeta-Casa de América y el Alfaguara. "Y cuando hay guerras uno hace 'partes de guerra'", prosigue, "envía información de cómo avanza ésta, y es lo que están haciendo estos neurocientíficos.

"En otro sentido, me gustaba la ambigüedad del título, porque partes de guerra también son pedazos de una guerra: no tenemos el mapa completo, solo partes. Y esas partes son las que estos neurocientíficos intentan armar, como si fuera un rompecabezas".

En el libro planteas una disyuntiva entre cerebro y corazón. Parece que se impone el segundo.

Quería desde hace mucho escribir un libro sobre neurocientíficos y, en este caso, neurocientíficos enfrentados a la violencia.

La narradora se hace constantemente la pregunta de qué es lo que más importa y lo que más nos dice de lo humano. Ella se asume profundamente racional -es neurocientífica- y terminará descubriendo que quizá hay que seguir más al corazón.

El corazón, aclara Volpi, actualmente director del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) de la UNAM en España, es sólo una metáfora.

"En realidad habría que hacer la distinción, ya no metafórica, entre la inteligencia racional y las emociones y, al final, casi siempre terminan ganándonos las emociones.

"Muchos neurocientíficos piensan, por ejemplo António Damásio, que incluso la conciencia, la...

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