Recuperan sus años ingleses

AutorDaniel Rodríguez Barrón

Aunque Elias Canetti decidió que las 134 cajas de documentos, entre cartas, diarios, novelas y fotos, legadas a la Biblioteca de Zurich no deberían abrirse sino hasta el año 2024, su hija y única heredera, Johanna Canetti, ha publicado algunos textos -es de suponer que los más "acabados" y menos problemáticos, como podrían ser los diarios- con motivo de su centenario el pasado 25 de julio; tal es el caso de Fiesta bajo las bombas (Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2005), una serie de recuerdos sobre su amada y odiada Inglaterra. Durante cuatro décadas, Canetti vivió ahí, desde 1939 hasta 1988, cuando su segundo matrimonio lo llevó de regreso a Zurich, donde había pasado su infancia y adolescencia; sin embargo, estas memorias se centran en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. Fiesta bajo las bombas reúne una serie de retratos de grandes personalidades de la cultura inglesa, que dictó a su hija, pero que no pudo revisar, lo cual es una suerte, porque muy probablemente, en alguna de las muchas revisiones a las que sometía sus escritos se hubiera perdido algo de lo mejor de este libro: su fuerza visceral.

Ninguno de sus textos autobiográficos está escrito con tanta bilis como éste (Jeremy Adler, en el epílogo de este libro, sugiere que tal vez Fiesta bajo las bombas. Los años ingleses hubiera sido la cuarta parte de su autobiografía, pues ésta fue pensada en alusión a los cinco sentidos, de los cuales la lengua, el oído y los ojos ya habían sido publicados, y este texto debiera haber estado bajo el signo de la nariz). En una de los primeras páginas, Canetti escribe: "Para ser veraz habría que recapitular todas las humillaciones innecesarias que sufrió uno en Inglaterra, y llenarlas de vida hasta el punto de hacerlas existir como dolor; y luego recapitular también todas las delicadezas con que algunos trataban de ahorrarle a uno esas humillaciones: colocar unas frente a las otras, sopesarlas y someterlas a la síntesis que hallaron en uno mismo"; sin embargo, está claro que no tuvo tiempo para hacer lo segundo, porque a lo largo del libro, hace un recuento muy preciso de las humillaciones recibidas, y una crítica devastadora de las personas a las que conoció, por ejemplo, la retahíla contra T.S. Eliot es digna de transcribirse casi por completo: "se rinde a cualquier orden que sea lo suficientemente antiguo, intenta suprimir todo impulso, un libertino de la nada, continuador de Hegel, profanador de Dante (¿en qué región del...

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