Reconocen el corazón del desierto sonorense

AutorYanireth Israde González

La UNESCO inscribió en su nómina de Patrimonio de la Humanidad la Reserva de la Biósfera "El Pinacate y Gran Desierto de Altar", el quinto sitio natural que coloca México en el listado del organismo.

Con una extensión de 714 mil 566 hectáreas, esta región del noroeste de Sonora, la más árida de América del Norte, es un paisaje único en el mundo provisto de un imponente escudo volcánico, planicies de arena y un campo con dunas de hasta 200 metros de altura.

Un lugar como éste, entre cráteres gigantescos y temperaturas que alcanzan en verano los 51 grados centígrados, parecería poco propicio para la propagación de vida, pero Héctor Hans Munro Colosio, educador ambiental, encargado de comunicación de la estación biológica de la Reserva de la Biósfera, dice que ocurre lo contrario: el desierto de Sonora es el más biodiverso de América del Norte y la fauna ha logrado adaptarse al entorno. El berrendo por ejemplo, considerado el único "antílope" del Nuevo Mundo -y el mamífero terrestre más rápido de América- puede obtener agua de las plantas que come, entre ellas la choya.

Precisamente la diversidad de plantas y especies animales silvestres que conviven en la zona fue ponderada por la UNESCO para otorgar la distinción a México, cuyo patrimonio natural no había sido reconocido desde el 2008, cuando se incorporó al catálogo de tesoros la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca.

En el territorio, ubicado en el corazón del desierto sonorense -que además de Sonora abarca los estados de Baja California y Baja California Sur, en México, y de Arizona y California en los Estados Unidos- se concentran más de 540 especies de plantas, 40 de mamíferos, 200 de aves y 40 de reptiles, también de anfibios y peces de agua dulce que habitan un cauce del río Sonoyta.

Varias especies son endémicas y están en peligro de extinción, como el camaleón de cola plana y los peces pupo o el cachorrito del desierto, detalla Munro.

Los monitoreos de la estación biológica revelan que, para no perecer por el clima extremo, varios animales evitan el día y actúan durante la noche.

Si hace unos años la cacería ilegal era una de las causas de la extinción de animales, ahora obras de ingeniería civil, por ejemplo la construcción de carreteras, alteran el ambiente de mamíferos como el berrendo, lo cual hay que evitar.

"Es por la fragmentación de su hábitat, porque a diferencia de los venados o los borregos cimarrones, no brincan cercos ni se ven cruzando carreteras, entonces se dividen...

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