Reconoce el FIC a Gladiola Orozco

AutorJulieta Riveroll

Al enterarse que recibirá la Presea del Festival Internacional Cervantino (FIC), su primera reacción es preguntarse: "¿Y yo por qué?", como la frase que inmortalizó el ex Presidente Vicente Fox.

Se queda pensativa y, unos segundos después, la coreógrafa Gladiola Orozco (Guanajuato, 1934) deja a un lado la modestia para reconocer el empeño y la pasión que ha puesto en sus 63 años de trayectoria artística.

Por sus venas corre sangre rebelde, la heredó de sus padres, los periodistas Ramón y Soledad Orozco.

Eso explica que, como cofundadora y codirectora del Ballet Teatro del Espacio (BTE), al lado de Michel Descombey, apostara por la danza con un fuerte compromiso social.

"Nuestras obras manifestaban una preocupación por el universo que nos rodeaba. No dejamos de latir un solo día a favor de la responsabilidad de servir a la sociedad", dice en su casa en compañía de su amigo Maurice Dejean.

Varias de esas coreografías, como Carmen 2002 e Ícaro, se presentaron en el Cervantino, donde el BTE fue invitado por lo menos una decena de veces.

Por eso, Orozco dice que el festival es el "pulmón" del desarrollo cultural de México.

"En Guanajuato, un lugar tan pequeño y tan grandioso por su historia, con tantos espectáculos como abarca el Cervantino, se entera uno de lo que está pasando en el mundo".

Si recibe la presea, cuenta, es para compartirla con quienes se entregaron a su proyecto de vida, el BTE.

La compañía que contó con un repertorio de más de 130 obras desde que nació en 1966 como Ballet Independiente y hasta que desapareció en 2009, cuando el INBA le canceló el subsidio.

"La comparto especialmente con el maestro Michel Descombey, que fue un coreógrafo de excelencia, un ser humano único dio en México todo como artista.

¿Qué no hizo para que la compañía adquiriera un nombre internacional?

Orozco recuerda que al ver un ensayo del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo, en Bellas Artes, tras oír a la orquesta afinando y ver a los bailarines se convenció de que quería dedicarse a la danza.

"Era mi manera de sentirme libre. Quise participar de una manera muy activa. Me interesé desde muy joven en saber todo lo que implicaba estar en un foro.

"Para mí no era suficiente con dominar los pasos, quería tener conciencia de la sociedad, de sus sueños y carencias, del País y del mundo", expresa.

Estuvo durante casi 15 años en el Ballet Nacional de México.

El contacto con Bravo y su esposo, el comunista Carlos Sánchez Cárdenas, fue...

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