Reconoce Ebrard trabajo cultural

AutorDora Luz Haw

La solemnidad que suele caracterizar actos protocolarios no opacó el contagioso júbilo de los nueve personajes que recibieron ayer un reconocimiento de manos de Marcelo Ebrard, Jefe del Gobierno capitalino, por la labor cultural que han realizado a lo largo de su vida.

A las nueve de la mañana, muy prendiditos todos, ocupaban su lugar a lo largo del escenario principal de la Feria Internacional del Libro del Zócalo, para ser condecorados, ocho de ellos con el Premio al Mérito Cultural de la Ciudad de México, Carlos Monsiváis; y una más con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2010.

"Una novela es una voz, es el artificio que construye la imaginación y la palabra para mirarnos a nosotros mismos, a nuestra sociedad, al tiempo en que habitamos, o como diría (Mario) Vargas Llosa, para saciar nuestra insatisfacción.

"Y un premio a la novela, cuya muerte se ha debatido, es luchar contra la banalidad, contra el olvido, contra el desarraigo y a favor de la comprensión y de la tolerancia", dijo al micrófono la escritora Mónica Lavín, ganadora del premio que lleva el nombre de la "Tonantzin de las letras", como la autora de Yo, La peor, llamó a Poniatowska.

En realidad no tocaba a Lavín abrir la ceremonia, pero por un error de conducción, fue ella quien dio inicio con un breve discurso donde agradeció este reconocimiento que en las dos emisiones anteriores fue otorgado a Álvaro Uribe, por Expediente del atentado, y a Hernán Lara Zavala, por Península, península.

"Cuenta Virginia Woolf en sus diarios, que cuando recibió el dinero por su novela La señora Dalloway, pudo instalar un excusado y agua caliente en su casa de campo de MonkTMs House; con el Villaurrutia, Eraclio Zepeda, construyó una cisterna y la llamó, Xavier Villaurrutia, yo pienso comprar tiempo; un tiempo Elena Poniatowska para poder seguir escribiendo", dijo.

La primera en recibir la pequeña escultura diseñada por el artista Juan Manuel de la Rosa, fue la crítica de arte Raquel Tibol, quien lucía realmente contenta. Ella, al igual que todos los demás premiados, se tomaron toda la calma para posar ante las cámaras de los fotógrafos e incluso bromear con ellos.

Uno a uno, fueron pasando: la poeta Ida Vitale, que sólo saludó a la mitad del presidium; Luis...

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