Recobra estampa Museo de la CDMX

AutorYanireth Israde

Aunque permanece cerrado por mantenimiento, el recinto de Pino Suárez 30 no pierde su vocación expositiva. La gente se detiene, por momentos, para mirar la danza de los trabajadores, el concierto de cucharas de aplanar, serruchos, lijas y cepillos que lavan los pisos del Museo de la Ciudad de México.

La intervención, que arrancó en mayo y culminará en octubre, es la primera restauración integral que recibe el antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, joya del siglo 18 convertida en 1964 en espacio museístico.

El inmueble de estampa barroca, obra del arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres, se había remodelado en etapas previas, sin recibir una restauración de largo aliento como la que emprenden ahora el arquitecto Fausto Olivares y las restauradoras Xochiquétzal Rodríguez Horta y Norma García, entre otros especialistas.

"Se han hecho intervenciones, incluso de restauración, pero de manera parcial. Se atendió, por ejemplo, la fuente (del patio central) en dos o tres ocasiones por parte de restauradores; no es un edificio del todo desatendido por profesionistas, pero no se habían ocupado de él en forma integral", explica Rodríguez Horta.

El inmueble de cantera y tezontle, testimonio no sólo del esplendor arquitectónico de la época, sino también del opulento devenir de la aristocracia virreinal, recobrará un perfil más próximo a sus primeras épocas, cuando predominaba el trabajo artesanal.

Ahora vuelven los artesanos al edificio, por ejemplo el maestro cantero que labra gárgolas de cañón para reponer las piezas perdidas, y cuyo toque en la piedra se añade al coro de sonidos que atrapan la atención de los transeúntes.

También contribuyen los caleros con su material producido en hornos tradicionales, el cual recubrirá los muros de las salas de exhibición, en lugar del cemento que atrapaba la humedad.

Originalmente, señala García, las paredes estaban encaladas; el color que tendrán, con pintura de cal, deberá ser autorizado por el INAH, institución que supervisa la intervención.

Además de rescatar los oficios tradicionales, el equipo recuperó mobiliario producido artesanalmente, como las puertas de pino de ayacahuite que reemplazaron a las de origen, pero respetaron su diseño. Ésas, a su vez, fueron sustituidas por unas modernas, de cedro, sin correspondencia con las fundacionales.

Su factura artesanal permitirá que reluzcan de nuevo en las fachadas de Pino Suárez y República de El Salvador.

"Son de tan buena madera que...

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