Reclusorio Femenil: Tienen sueños de libertad (II)

AutorRocío Fonseca

"Lo primerito que yo voy a hacer saliendo de aquí va ser ir al templo del Divino Preso a dar las gracias y a pedir que se arregle la bronca de mi marido", dice Olga, una interna que lleva más de cuatro meses detenida y a quien no le han dictado sentencia.

A ella la acusan de complicidad con su esposo en el robo de un tráiler, por supuesto, ella dice que es inocente, que no existen pruebas condenatorias.

Lleva cuatro meses en la prisión y, gracias a una cesárea practicada por el médico especialista del Centro de Rehabilitación Femenil, ha sido madre por segunda ocasión.

El área de hospital, conocida como Clasificación y llamada por todas las internas "Clasi", es temporalmente su hogar y lo comparte con tres internas, una de ellas recién llegada.

"Yo, la mera verdad me voy a ir a tomar unas chelas bien frías, me voy a ir a bailar, a divertirme, a ver a mis amigos, a cantar...Pero antes de todo eso voy a ver a mis hijos, a abrazarlos y besarlos", reflexiona y al mismo tiempo suelta una carcajada Adriana, mejor conocida como "La Güera".

Su historia es distinta, ella está en la prisión por posesión y venta de estupefacientes, sabe que faltó a la ley y lo acepta. Lleva ya tres días bajo vigilancia médica severa por la diabetes y la epilepsia que padece. Dice que últimamente le han dado ataques muy fuertes, se ha convulsionado hasta cinco veces en un sólo día.

La verdad es que el doctor Rogelio Cosío, uno de los médicos que labora en el centro, sospecha que consume algún tipo de sustancia que inhibe el efecto de los medicamentos sobre los padecimientos y provoca que su paciente se convulsione.

"La Güera" piensa todo el tiempo en lo que estaría haciendo si fuese libre, recuerda también a su pequeña hija que perdió -y de quien ignora su paradero- el día que la detuvieron.

"Me la paso pensando en dónde estará, que le habrán hecho, la cuidarán bien...yo sé quién la tiene, pero aquí encerrada no puedo hacer nada. Una vez vinieron de un programa de radio y yo grabé un mensaje para buscar a mi hija, sólo lo pasaron una vez, yo lo oí, pero no pasó nada, ni ellos supieron dónde quedó".

La melancolía ha comenzado a acariciar poco a poco los sentimientos de las internas, los ojos se han llenado de lágrimas, una piensa en su hija y la otra, en su bebé recién nacido.

"Yo, antes de salir, me voy derechito a la Capilla que está aquí, luego me voy con mi familia y me voy a aventar unas cuantas novenas para dar gracias", contesta un tanto seria y desconfiada...

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