Recital de un pianista vagabundo

AutorYanireth Israde

Carlos Gudiño traía restos de sangre en la boca, los pantalones sucios, polvo en el pelo desteñido.

De pie, su equilibrio era precario; sentado frente al piano se sostenía mejor.

Alcohólico, vagabundo, emprendía una y otra vez la Balada para Adelina, de Paul de Senneville, obra que popularizó Richard Clayderman.

Tocaba en un piano que encontró en la Plaza Río de Janeiro, "su casa", dice, porque allí duerme, en una banca.

Decoraban el piano estampas de bocas, dientes, encías y cavidades humanas, en un collage delirante que confundía a los transeúntes.

El piano que Carlos, de 38 años, halló en su "casa", es uno de los 20 repartidos en la Ciudad de México, como parte del proyecto "Toca conmigo", promovida por el británico Luke Jerram para difundir el uso de este instrumento.

Dos hombres que cruzaban la plaza...

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