Recibe Vallejo Premio Fil y da sus mandamientos

Yanet Aguilar Sosa, enviada (Embargada para sitios en Internet hasta las 24:00 horas locales)GUADALAJARA, Jal., noviembre 26 (EL UNIVERSAL).- ¿Quién es Fernando Vallejo? ¿Fernando está en sus libros? ¿Qué adjetivos definen mejor a este escritor y músico, a este revolucionario y provocador, a este amante de los animales y enemigo de la iglesia y los políticos? Él mismo duda en calificarse. Pero, en su discurso de recepción del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, se definió como un mexicano por residencia y convicción, un enamorado de la cultura popular y obstinado crítico de los políticos y la política mexicanos.Si el periodista y editor Juan Cruz, encargado de hacer su semblanza, enlistó una serie de calificativos como: tímido, discreto, soez, sagaz, mordaz, sencillo, inteligente, revolucionario, pobre, inmoral, insensato, deslenguado, hijoeputa; Fernando Vallejo prefirió remitirse a quién es él a partir del momento en que pisó tierra mexicana, quiso hablar de su relación tan entrañable, cultural, musical y vivencial con México.Aunque llegó a México en 1971 y esa misma noche se adentró en los territorios de la Plaza Garibaldi donde descubrió, junto a seis mariachis desentonados, que se sabía todas las canciones de José Alfredo Jiménez, en la memoria de Fernando Vallejo está más fresca la imagen del amanecer mexicano con el teñir de campanas y el canto de los gallos, instalado en un pequeño hotelito del Centro Histórico."Salí a la calle, al rumor envolvente de la calle. México vivo, el del pasado más profundo, el eterno, el mío, el que se ha detenido en mi recuerdo, el de siempre, el que no cambia, el que no pasa, el de ayer", recordó el narrador amante del lenguaje.Ese mismo día le preguntó a esta tierra: "¿En qué estás pensando, México? ¿A quién quieres para quererlo? ¿A quién odias para odiarlo?", pero el otro, inescrutable, no le contestó ni una palabra."Jamás me contestó. Entonces aprendí a callar. Y han pasado 40 años desde esa noche en el Tenampa y ese amanecer en ese hotelito de la calle de Isabel la Católica y esa mañana soleada, y me fui quedando, quedando, quedando, y aquí he escrito todos mis libros y hoy me piden que hable, pero como México calla, yo tampoco pienso hablar. Sólo para decirles que me siguen resonando en el alma unas canciones", dijo.Espíritu marcado por la música Y es que el escritor se ha declarado admirador de José Alfredo Jiménez y hoy, ante cientos de personas que lo aplaudieron cuando le entregaron...

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