Rechaza ejercer papel moralista

AutorErika P. Buzio

Enviada

GUADALAJARA.- "Un novelista sólo es un puto novelista", sentencia el escritor español Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), quien rechaza ejercer el papel de moralista al narrar la violencia.

El académico de la lengua se niega a cerrar los ojos ante la violencia, una senda que cruza su obra narrativa, y describe su más reciente novela, El pintor de batallas, con la guerra como telón de fondo, como un "tratado de la violencia".

"El escritor no es un moralista ni tiene un compromiso ideológico. Su único compromiso es con su libro. Uno puede ser como Jonathan Littell y hacer una novela cuyo protagonista es un nazi asqueroso, asesino y antisemita, y lograr una obra tan válida como cuando el personaje es un héroe de corazón puro. La novela es un artefacto narrativo", insiste.

Pérez-Reverte, que como reportero ha cubierto conflictos armados en Líbano, las Malvinas, Nicaragua, el Golfo Pérsico y Croacia, alerta sobre el riesgo de negarse a reconocer la violencia y educar a las nuevas generaciones como "corderos" en un mundo habitado por "lobos".

"En un mundo tan dislocado y perturbado por la violencia, el peligro es educar a generaciones ajenas a la violencia. Lo ideal es que todos fuéramos corderos, pero los lobos van a estar ahí. Estamos dejando a una generación indefensa ante la violencia. Borrar la violencia de la educación, negar su existencia, apartarla de nuestra vida, hará que los hijos crezcan sin mecanismos para defenderse ni política ni física ni ideológicamente, ni para comprenderla", agrega el autor de La Reina del Sur, novela que será llevada al cine y cuyo rodaje está previsto que inicie en marzo.

Reconoce a Élmer Mendoza, galardonado con el Premio Tusquets de Editores de Novela por Quién quiere vivir para siempre, como un magistral exponente de la literatura de la violencia en México.

"(México) es un país violento por razones muy complejas y diversas, y Élmer es un escritor que narra una realidad, ni la critica ni la defiende, cuenta. Negarse a oír el narcocorrido o a leer a Élmer Mendoza es condenarse a leer sobre pajaritos", ironizó.

Casi afónico, el escritor decidió "ahorrar cuerdas vocales" en la conferencia de prensa...

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