La rebelión de los enfermos

AutorDaniel de la Fuente

"Improcedente definitivo".

El resultado fue leído como sentencia por Isauro Zaragoza, profesor de historia de la Secundaria David Alfaro Siqueiros, en la pantalla de la computadora de un burócrata de la Secretaría de Educación en el Estado. Era marzo del 2011.

"¿Y eso?", preguntó Isauro, hoy de 49 años y con 11 hasta ese momento de labor como docente por horas en este plantel situado en el centro de Monterrey.

"Salió mal en el examen médico del Isssteleón, maestro", le dijo indiferente el funcionario.

"Usted está fuera a partir del 1 de julio. Ni modo".

El "ni modo" sonó a ni modo, recuerda, a no hay vuelta de hoja. A súbito adiós a la vida que llevaba y para la que se había preparado cuando estudió en la Normal Moisés Sáenz y se especializó en historia de México, lo que le permitiría llevar a su grupo al décimo lugar entre 258 escuelas en esa materia en la Prueba Enlace.

Cuando le ofrecieron al fin afiliarlo al Isssteleón, por lo que debía pasar por un examen médico, Isauro informó que tenía diabetes desde hacía dos décadas, pero nadie le dijo que su salud, que no lo imposibilita para trabajar, sería razón para rechazar su afiliación. Y encima su despido.

"Me zarandeó, no supe qué hacer cuando me dijeron que me despedían", evoca él, de bigote y cabello entrecanos, y único sostén de su familia conformada por su madre, quien requiere de diálisis, y de dos sobrinos, hijos de una hermana fallecida.

"Se me vino el mundo encima", expresa ahora este vecino de la Colonia San Ángel Norte.

Isauro protestó: si su condición de diabético era la razón para rechazarlo, que no le dieran la afiliación al Isssteleón, pero que lo dejaran seguir laborando. Nada: fuera a partir del 1 de julio.

En sus ires y venires a la Sección 50 del SNTE, frente a la Alameda, en busca de líderes que ignorarían sus súplicas, Isauro conoció a Alejandra Góngora, hoy de 28 años, con epidermólisis bullosa, enfermedad conocida como "piel de mariposa", que consiste en la aparición de ampollas y heridas en la piel al mínimo roce.

La nicolaíta, delgada, de tez blanca y que sonríe muy esporádicamente, andaba en las mismas. A ella, tras casi seis años en nómina como maestra de primaria, le llegó un día a su plantel Belisario Domínguez, en San Nicolás, un recibo de sueldo con el aviso de que su condición laboral había pasado de planta a contrato.

"Cuando fui al sindicato había 40 y tantos rechazados porque Isssteleón no los quería por equis enfermedad: diabetes, hipertensión, vih", recuerda.

Isauro supo que sólo en los días de su despido, hubo 37 rechazados por causas similares.

"¿Qué estaba pasando?", se preguntó, alarmado. "¿Por qué nos...

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