La rebelde de la danza

AutorDaniel de la Fuente

Dolores Bernal sujeta a la bailarina, quien se mantiene sobre un pie descalzo. Menuda, vestida de negro, con el cabello café castaño recogido, la coreógrafa parecería no hacer esfuerzo al sostener la pierna de la joven ataviada con mallas en una de las salas de ensayo del Teatro de la Ciudad.

De voz firme, Lola, como le dicen de cariño y quien nació en Monterrey el 6 de enero de 1962, mira hacia uno de los espejos inmensos que rodean el área y le pide en tono jovial a la joven: "¡Florece!, ¡alza el cuello! ¡Ve más allá! ¡Más, más...!".

El entrenamiento de las jovencitas, la mayoría de una edad no superior a los 25 años, consiste en combinatorias dancísticas: contracciones, releases, espirales, oposiciones.

"Respiren, no olviden respirar", les advierte Lola y comienza a marcar el ritmo al chocar el pie con el piso. "¿Listas? Un, dos, tres...".

De fuerte presencia, esta coreógrafa es una de las exponentes locales más destacadas de la técnica Graham, disciplina en la danza moderna fundada en la década de los 20 y que tiene como características la contracción y relajación, la caída controlada al piso y los saltos, así como el dramatismo en su ejecución.

Lola suele explorar a sus bailarines hasta hacerlos llegar a niveles desconocidos. Así es la danza contemporánea, agrega. No se trata sólo de entender, sino de sentir.

"Como me dijeron una vez, la danza contemporánea es como el pastel de chocolate: te gusta o no te gusta", afirma. "Y a mí me ha gustado toda la vida".

María Dolores Bernal Solís fue la de en medio de una familia de ocho hermanos formada por un hombre dedicado a la colocación de cristales y un ama de casa. A los 9 años despertó en ella la inquietud por bailar al ver a su hermana Isela con un ballet folclórico en el Aula Magna.

"Ella me platicaba lo que hacía con la Compañía Nuevo Reino de León, que casi rompía los mosaicos con el zapateado, pero hasta verlo fue que me impactó, me enganché y nunca supe cómo me enamoré tan profundamente.

"Hoy no me concibo haciendo otra cosa", cuenta y da una prolongada fumada a su cigarrillo blanco. Lola es una fumadora empedernida, hábito que dice no ha hecho mella en su trabajo dancístico.

Decidió hablarle al padre de su deseo de estudiar danza, pero el hombre se negó. Entonces, la mamá la aconsejó: "Es tu papá, tú calladita, pero haz lo que quieras con tu vida".

El hermano de la coreógrafa, el locutor Gregorio Bernal, la recuerda decidida.

"Lola dijo: 'Quiero bailar', y contra viento y marea bailó, y con el apoyo de mi madre le permitieron seguir estudiando...

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