Rebanadas / Se suma Cien 28 a la 401

AutorCony DeLantal

Hasta parece ecuación matemática.Qué cambiadero de restaurantes. También hay que restar y dividir, porque unos abren, otros truenan y otros más andan de plaza en plaza. El Cien 28 es uno de esos que se mudó de Guatemala a Guatepior. De la Nativa (donde ya empezaron a batallar los restaurantes) a la 401 (donde ya tenían mucho batallando).

Es el segundo aire del tercer piso en esta plaza de Calzada del Valle. Toma dos, a ver si ora sí pega el chicle. Y lo digo porque es como si estuvieran resucitando aquella Cervecería de Barrio que tronó hace rato. Mismo local y mismo concepto pachanguero ahora bajo la tutela del Cien 28.

En realidad así eran ellos desde la Nativa. Un lugarcito relajadito que de día era restaurante y de noche reventón. Aquí le duplicaron los metros a esa idea.

Y ahora paso a platicártelo en sus dos modalidades porque ambas las viví con la familia. Al medio día ruidoso y en la noche peor. Para la cena se pone más loco, con DJ's o grupos en vivo, pero desde la comida sentí que exageran con el volumen de la música grabada, sobre todo porque no andas de ese humor. Bueno, al menos yo.

Mitad es salón y mitad terraza, pero a ratos parece que todo es terraza de tan abierto que está. Hasta futbolitos tienen ahora, para entretener a los niños. Niños como mi marido, que prefiere pararse a jugar que una cena seria con su señora.

Ambas veces empezamos en la terraza y terminamos adentro. A primera vista es el área que más se antoja, pero en la tarde llega un momento en el que no aguantas el sol de frente y en la noche el aire colado. El consuelo es que para el verano ya no tendrías ninguna de esas dos problemáticas. El sol agarra otra posición y el aire otra temperatura, por si te quieres esperar.

Por lo pronto en la noche no te libras del frío ni adentro. Con el restaurante llenándose, peor, es tanto el tráfico de clientes y meseros que llega un momento en el que ya de plano dejan las puertas abiertas y el chiflón se te cuela hasta la cocina.

El menú es de tipo botanero, con porciones pequeñas que puedes estar pidiendo hasta que el cuerpo aguante. Yo me declarofan de sus tacos, en especial de los de ribeye con costra de queso y chorizo, delos de fideo seco con filete de res y delos de lechón y pierna confitados. ¡Muy sabrosos!

Lo que les falla gacho es el servicio. Como todo restaurante atosigado por la novedad, andan hechos bolas. Las dos veces me cambiaron platillos y la peor fue con el postre.

Te la platico rapidito. Uno de los...

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