Rebanadas / Reencuentro con la historia

AutorCony Delantal

Cómo existen lugares que nos recuerdan nuestra niñez, a alguna otra época o, incluso, a alguna persona querida, y esto también está relacionado íntimamente con la gastronomía.

En mi caso, hay restaurantes que me hacen pensar en mis amigas, en mi esposo y, por supuesto, en mis padres. A mi padre, pocos sitios me lo recuerdan más que Prendes.

A él siempre le ha encantado el restaurante Prendes, pues mi abuelo lo llevaba ahí desde pequeño. No en balde estoy hablando de un lugar que se fundó en 1892 y se encontraba en lo que ahora es la esquina sur de Bellas Artes para luego mudarse al número 4 y después al número 10 de la calle 16 de septiembre, en el Centro Histórico.

Imagínense, cuando mi abuelo iba ya habían pasado por ahí personajes como Victoriano Huerta, Zapata, Madero y otros grandes de nuestra historia.

Este restaurante fue fundado por los hermanos Manuel y Rafael Prendes, a estos dos asturianos se le sumó, poco tiempo después, Don Lázaro Álvarez García, cuyos descendientes siguen siendo los propietarios de este mágico sitio lleno de anécdotas e historia.

Este tradicional lugar, en el que durante años se han reunido políticos y demás personajes importantes de nuestro México, como Diego Rivera, Justo Sierra, David Alfaro Siqueiros, Lázaro Cárdenas o hasta el propio Walt Disney y el torero Rodolfo Gaona, decidió establecer una sucursal en El Palacio de los Palacios, en Molière.

Este nuevo lugar es todo un derroche de glamour, tiene grandes lámparas que transmiten modernidad y una terraza que, de solo verla, se antoja para una larga sobremesa.

Mi marido me invitó con toda la intención, pues sabe que Prendes siempre me ha gustado. Al llegar, nadie nos recibía y tuvo él que recorrer su largo pasillo hasta encontrar a alguien que pudiera indicarle nuestra mesa, pues habíamos tenido la prudencia de reservar.

Debo decir que nosotros éramos de los jóvenes en la concurrencia. Es evidente que un sitio así, por todo lo que evoca, llama más la atención de la gente más mayorcita.

Para no desentonar con la clase política que solía ir al Prendes, quién creen que me tocó en la mesa a un ladito. Ni más ni menos que el señor Miguel Alemán Velasco con su distinguida y guapísima esposa Christiane Martel, por algo esta francesa ganó el segundo Miss Universo. Habrá sido a principios de los 50, pero la señora todavía conserva su gran clase.

Aunque la instalación, obviamente, es totalmente nueva, para imponerle su sello, colocaron una especie de mural como el...

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