Rebanadas /Entre Querétaro y el sur de la ciudad

AutorCony De Lantal

Desde La Misión La Mansión

Hace quince días que fuimos a un bautizo en el hotel Misión La Mansión, que se encuentra en la autopista México-Querétaro km. 172 y con teléfono 01 (427)10-030 o lada sin costo 01 800 900-3800.

El plan fue ir a un desayuno tarde en los jardines de lo que fueran las trojes de una gran hacienda de fines del Siglo 19. El día era ideal y bajo la sombra de los grandes árboles, uno de los cuales sirvió de colgadero de hombres en la época de la independencia, nos pasamos una tarde estupenda.

Nuestros amigos contrataron el servicio de desayuno en el hotel que incluía desde fruta y jugos hasta guisados, quesadillas y champagne, todo montado en el jardín. Ellos nos comentaron que el costo por persona fue de 120 pesos por persona más impuestos y la celebración se extendió hasta bien entrada la tarde cuando se partió un gran pastel.

Al mediodía me di cuenta que en su restaurante principal estaba tocando un maravilloso cuarteto de músicos rusos que viven en Querétaro y le dan un sello de elegancia al lugar. Me imaginé, mientras cruzaba el gran salón después de visitar el tocador, que por ahí estaría Al Pacino, pues interpretaban románticamente el Tango "Por una cabeza", al salir al jardín, llegó la realidad.

Les diré que Misión La Mansión se apunta un 10 en cuanto a entretenimiento para los pequeños se refiere. Toda la tarde hay varios animadores que ponen juegos a los niños, y lo hacen tan bien que los tienen encantados. Además tienen varios juegos inflables, un pequeño establo con borreguitos y pavorreales, y la oportunidad de que los niños den la vuelta a todo el gran jardín de La Mansión en carreta jalada por burro o a caballo.

Por supuesto que nos quedamos a dormir esa noche y mientras los señores veían el fútbol o jugaban dominó en el bar y las señoras platicábamos de todo un poco, los niños se divertían de lo lindo en la fogata que hacen los animadores, en donde pudieron asar salchichas y bombones para luego convivir con los otros niños hospedados en el hotel hasta las 10 de la noche.

Todo parecía de cuento de hadas hasta que llegó la hora de dormir, pues resulta que había un grupo de hombres y mujeres, al parecer de alguna empresa, que estaban hospedados en el mismo pasillo que nosotros y no tenían la más mínima consideración al llegar a sus cuartos más tarde de la media noche y haciendo todo el ruido posible, inclusive gritándose de cuarto a cuarto. La verdad fue desesperante, además de que las almohadas no son lo...

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