Rebanadas / Plantas y pastas

AutorCony Delantal

Aunque llego tarde a esa tendencia de llenar la casa de plantas, en muy poco tiempo he logrado transformar mi hogar. Lo hice gracias a la experiencia de mi hermana, quien me ayudó a seleccionar ejemplares maravillosos.

El fin de semana me acompañó a recoger un ficus y un par de agaves; al salir de la tienda, en Lomas de Chapultepec, la invité a comer. Fuimos a Mattea, en el número 98 de Monte Ararat. Este restaurante italiano recibe a los habitantes de la zona para agasajarlos con pastas frescas y cocina confortable.

Sentadas en la pequeña terraza pude observar el interior, pequeño pero encantador, minimalista y sobrio.

Ya instaladas, ordenamos unos calamares fritos ($195) y un par de copas de tinto ($210). Con alegre música italiana de fondo, disfrutamos la bienvenida del chef: un delicioso dip de berenjena en un pan delgado y crujiente.

La carta enlista una tentación tras otra: ensalada verde con ricotta ($200), risotto con azafrán y tuétano ($335), camarones gigantes ($470) con gremolata, salsa verde con perejil, ajo y limón, muy usada en la cocina italiana...

Una generosa ración de calamares aterrizó en la mesa. Pronto nos agasajamos con este extraordinario molusco de textura crujiente, que bañamos en una salsa de tomate. ¡Estupenda manera de comenzar un festín!

Su variedad de pastas dificulta la elección; todas suenan extraordinarias.

Nos debatíamos entre tagliatelle con mantequilla orgánica, espuma de parmigiano reggiano y trufa negra ($465) o macarrones con camarones y salsa de tomate picante ($330).

Al final, dejé que mi hermana escogiera, pues la idea era consentirla. Eligió espagueti al cordero ($490) y, como íbamos a compartir, también una milanesa de ternera ($350).

Afortunadamente, el mesero nos advirtió que las raciones eran muy abundantes, de lo contrario no lo habríamos logrado. Algunos platos están pensados hasta para tres personas.

Un toque de limón amarillo y una ensalada de jitomate orgánico con arúgula complementan la riquísima milanesa, a la que sólo hay que ponerle un poquitito de salsa de tomate. Por su crocante y dorada textura, no solamente me pareció sabrosa, sino me hizo pensar en su toque casero. Sin duda, una muy buena opción para deleitarse.

Mi hermana quedó fascinada con la pasta. El potente sabor del cordero y la perfecta cocción del espagueti lo hicieron una estupenda elección.

El gran cierre corrió a cargo del París-brest ($195), irresistible postre de la gastronomía francesa que es una corona de pasta...

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