Rebanadas / La pipa de la paz

AutorCony Delantal

RECONCILIACIÓN EN HUNAN

Siempre les cuento que fui y vine con mis amigas. De cómo reímos y chismeamos; pero, la verdad, es que con alguna que otra he llegado a tener mis fricciones.

A veces, sólo nos da por hablar de lo bueno, pero de vez en cuando no está de más admitir que en nuestras vidas también pasan cosas tristes; también ésas hay que compartirlas y desahogarlas.

Hace un par de meses hubo un malentendido con una de mis amigas más cercanas y no saben cómo me deprimí. Sin decirle nada, simplemente dejé de hablarle hasta que me buscó. Tras breve charla en el teléfono quedamos de comer en el Hunan de Altavista.

Llegué primero y pedí mesa. Encontré el lugar tan lujoso como en sus primeros días, hace 15 años. ¡Me quiero morir! Cómo pasa el tiempo, Dios mío. Lo peor es que el lugar se conserva mejor que yo.

A los pocos minutos llegó mi amiga y aunque el saludo fue un poquito frío, la verdad es que nos vimos con cariño. Para relajarnos un poquito, nos echamos un tequilita cristalino, de esos que se han puesto de moda.

Había olvidado lo extenso que era el menú. Para no fallar, ordenamos una combinación de entremeses ($290) con rollos primavera, costillitas y unas salchichitas hojaldradas. Todo estupendo. Disfrutamos la variedad de sabores.

Pedimos las empanaditas rellenas de queso y cangrejo (4 piezas $189), acompañadas con la variedad de salsitas que ponen en la mesa, nos supieron deliciosas.

Mientras esperábamos los platos fuertes, empezamos hablar del tema incómodo. Primero escuchó todo lo que tenía que decir y ya después ella me dio sus razones. Ni crean que fui tan blanda al aceptar sus disculpas porque, después de todo, sí acepto haberse equivocado en más de un detalle.

A nuestro alrededor, poco a poco, el restaurante empezó a llenarse. Había mucho ejecutivo y señoras, como nosotras, que se estaban consintiendo de lo lindo. Además, el servicio fue impecable. Ahora sí que, como dice la canción, habrán pasado los años, pero Hunan sigue siendo favorito en comida china en la zona.

Por cierto, que se nos antojó el pato laqueado que pidieron en más de una mesa cercana, pero era mucho para dos. La verdad, quedamos felices con nuestros crispy hunan shrimp, crujientes camarones gigantes con nuez acaramelada y salsa especial James Huang ($385). ¡Excelentes!

Ordenamos al centro un arroz frito con vegetales ($239 para dos) que demostró que por más imitada que sea la receta, imposible igualarla. Aquí ese arroz tiene un no sé qué que qué se yo, que...

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